Cómo alcanzar la madurez sin perder ni un ápice de dignidad
No tenía ni pajolera idea de que Sebastian Bach, ex-líder y vocalista de la mítica banda de hard-rock de los 90's Skid Row, se encontrase de gira por Europa promocionando su último álbum en solitario titulado “Kicking and Screaming”. De hecho es que ni siquiera sabía de la existencia de este disco porque, la verdad sea dicha, ando bastante desconectado de todo lo que tiene que ver con el heavy-metal, género que en su día me interesó pero que hoy por hoy y a mi edad, encuentro un tanto caduco y pasado de rosca. Lo último que sabía de Sebastian Bach era que estuvo teloneano a los nuevos Guns N' Roses de Axl “Botijo” Rose (lo cual le trajo a Barcelona hace un par de años) y poco más. El caso es que cuando me dijeron que Bach volvía a Barcelona y me animaron a asistir al concierto, tuve mis dudas. Por un lado, gastarme 31 Euros en el concierto de un cantante venido a menos, un miércoles laborable, no me apetecía demasiado. Pero por otro lado, por ser en la sala Bikini (sala en la que por sus dimensiones y sus propiedades acústicas se disfruta de la música mucho más que en cualquier otra) y pensando con la misma mentalidad que me hizo ir a ver a Bon Jovi y que me ha hecho comprar una entrada para ver en Octubre a Extremoduro, al final decidí ir a ver a Sebastian Bach porque, a pesar de no estar dentro de mis artistas preferidos, quién sabe si voy a volver a tener la oportunidad de verlo alguna otra vez. La verdad es que no pude tomar mejor decisión.
Las puertas de Bikini se abrieron sobre las 20:00h. aunque no fue hasta las 21:00h. cuando dio comienzo la actuación de los teloneros, una joven banda de Madrid llamada Ángeles que cumplían a rajatabla todos los patrones estilísticos del hard-rock californiano de principios de los 90’s pero que demostraron tener mucha más actitud y pose rockera que talento musical. Seamos justos, no tocaban del todo mal, pero la verdad es que transmitieron más bien poca cosa. De su actuación destacaría momentos puntuales como cuando su cantante y guitarrista (el tal Alone) olvidó la letra de su propia canción o como cuando él mismo se colgó del hombro una guitarra Gibson Flying V blanca con la que a cualquier guitarrista se le caería la baba, pero que cuando se dispuso a tocarla ésta no funcionaba. En general, Ángeles no aportaron demasiado en una noche en la que todo el mundo venía a ver a un mito del hard-rock mundial como es Sebastian Bach y sólo con su versión del tema “Sin City” de AC/DC cantado por el guitarrista principal (el tal Bastard que, por cierto, demostró cantar bastante mejor que el tal Alone) consiguieron enganchar al aforo de la sala Bikini poco antes de abandonar las tablas. Finalizada la actuación de Ángeles, su bajista (el tal Wild) y su batería (el tal Jota “El Choclo”) se volvieron locos regalando entre el público asistente copias del primer EP de la banda y baquetas de batería como si no hubiera mañana.
Antes del inicio de la actuación de Ángeles y durante el descanso previo al concierto de Sebastian Bach aproveché para observar al público que paulatinamente iba poblando la sala Bikini. Si alguien hubiera grabado imágenes de los asistentes y más tarde me las hubiera pasado diciéndome que habían sido registradas en el año 1986 ó 1987, yo me lo hubiera creído sin dudarlo ni un segundo. Y es que siempre que se celebra un concierto de alguna leyenda del heavy de los 80’s ó 90’s, los recintos se acaban llenando de gente que parece que de pequeños se cayeron dentro de una marmita llena de heavy-metal o de gente que parece haber quedado atrapada en el tiempo y que pasen los años que pasen seguirá conservando su aspecto basado en pelo largo, color negro y cuero. Existen pocos géneros musicales en los que tenga lugar un fenómeno de fidelidad tan absoluta a una forma de entender, vivir, vestir y peinar la música por parte de sus seguidores independientemente de la edad que se tenga, y uno de ellos es el heavy-metal.
A eso de las 22:00h., los músicos que acompañan a Sebastian Bach en esta gira, es decir, el veterano Bobby Jarzombeck en la batería, el insultantemente joven Nick Sterling en la guitarra principal y Johny Chromatic y Jason Christopher en la guitarra y el bajo respectivamente, ocupaban sus posiciones en el escenario para arrancar con el apabullante tema de Skid Row “Slave to the grind”, al cual se incorporó, saliendo lanzado desde el “backstage” como alma que lleva el diablo, un Sebastian Bach ataviado con un chaleco de ante amarillo y unos pantalones brillantes de rayas rojas y azules. Los Wattios de potencia de las guitarras, el doble bombo de la batería y el más de metro noventa de Sebastian Bach agitando su larguísima melena, emitiendo alaridos con su desgarradora voz y dándole vueltas al micrófono como si del lazo de un “cowboy” se tratase, provocaron una sensación entre los asistentes al concierto similar a la que se debe de sentir cuando te sueltan seis toros bravos por la calle Estafeta de Pamplona durante cualquier encierro de las fiestas de San Fermín. Hacía tiempo que no veía empezar un concierto con semejante catarata de energía en un recinto tan pequeño.
Tras dar la bienvenida al público barcelonés y manifestar su amor por la Ciudad Condal, por su gente y por la obra de Gaudí (llegando incluso a comparar el diseño de sus pantalones con el estilo modernista del arquitecto catalán), la banda interpretó dos temas de su nuevo álbum, el homónimo “Kickinng & Screaming” y “Dirty power”, para acto seguido continuar con un par de temas más de Skid Row: “Here I am” y “Big guns”. Fueron pocos los temas de “Kickinng & Screaming” que sonaron durante todo el concierto, pero es que, no nos engañemos, dudo mucho que una mayoría de los allí presentes comprásemos nuestra entrada para escuchar en directo temas de Sebastian Bach en solitario y no para disfrutar de los clásicos de Skid Row de toda la vida.
Durante toda la actuación pudimos ver a un Sebastian Bach bastante en forma y disfrutando, con cuarenta y cuatro años de edad, de una segunda juventud. Para un tipo que ha llenado estadios, que ha tocado en Wembley, en el Rock in Rio, en Tokio y en grandes festivales compartiendo cartel con gente como Guns N’ Roses (en sus buenos tiempos), Metallica o Bon Jovi, verse de repente girando por pequeñas salas con un aforo máximo de quinientas personas y en días entre semana, sin lugar a dudas es como para un equipo de fútbol pasar de jugar la Champions League a jugar en Segunda División B. Aún así, Sebastian Bach se entregó al máximo, disfrutó e hizo disfrutar a la gente que fuimos a verlo con humildad, simpatía, buen rollo y ningún síntoma de estrellitis. Sin ir más lejos, bromeó con el hecho de que la última vez que vino a Barcelona tuvo el placer de compartir escenario con Guns N’ Roses y que, por esa razón, aquella noche quería invitar a subir al escenario a… ¡Axl Rose!... Evidentemente era broma, pero el joven Nick, siguiéndole el rollo, lanzó un “You know where you are????” imitando la voz de Axl en el tema “Welcome to the jungle” que pilló por sorpresa e hizo reír al propio Sebastian Bach.
Después del primero de los “gags” cómicos de la noche (que no sería el último), el show continuó con dos temas de relleno del anterior álbum de Bach “Angel down”, concretamente “(Love is) a bitchslap” y “Stuck inside” para, con buen criterio, continuar con otros dos éxitos de Skid Row como son “Piece of me” y “18 and life”, este último uno de los momentos estelares de la noche al que le siguió el segundo número cómico, esta vez a cargo de Nick Sterling. Si en cualquier concierto que se precie el público tira camisetas al cantante y éste y sus músicos obsequian al público con botellas de agua para paliar el calor y púas de guitarra, en esta ocasión Nick Sterling dio un giro de tuerca a la interacción músico-público e hizo algo que nunca he visto en todos mis años de espectador: Repartir plátanos entre el público. Sí, por lo visto el chaval se saca al escenario agua y fruta para ir reponiendo fuerzas durante los conciertos, y ante las muestras de entusiasmo y satisfacción de la gente pues quiso compartir su fruta con ellos. Francamente quedé bastante perplejo con este asunto porque jamás he visto ni creo que vuelva a ver a un guitarrista de rock lanzar plátanos al público, la verdad.
Y llegados a este punto dio comienzo la recta final del concierto la cual tuvo cierta irregularidad en la calidad de los temas elegidos. Este último bloque comenzó con una versión del tema “American metalhead” del grupo PainmuseuM que Sebastian Bach rebautizó como “Spanish metalhead”, y continuó con “As long as I got the music” (otro tema del último álbum de Bach) y una versión improvisada del tema “I want you to want me” de Cheap Trick de la cual ni los músicos se sabían las notas y el tono. De hecho, pareció más una broma interna de la banda que un tema del repertorio propiamente dicho. Tanto buen rollo y tanto cachondeíto provocó que, sin venir a cuento, desde las filas delanteras alguien le entregara a Sebastian Bach una “cheeseburger” de McDonals a lo que éste respondió con un “What the hell is this?”. Evidentemente Sebastian Bach ni la probó, pero Nick Sterling no tuvo ningún reparo en zampársela ante una gran ovación del público barcelonés. Después de este interludio cómico-gastronómico, el concierto prosiguió con el mítico “Monkey Business” de Skid Row y con los tres últimos temas de “Kicking and Screaming” que sonaron en toda la noche: “My own worst enemy”, “I’m alive” y “Tunnelvision”.
Quizás tanto tema seguido del último disco apagó un poco el entusiasmo de la gente, no por ser estos malos temas ni muchísimo menos, sino porque evidentemente no transmiten lo mismo que los temas clásicos de Skid Row, y más cuando aún quedaba alguno de los más importantes por sonar. Dos de ellos fueron los que Sebastian Bach se guardó sabiamente para el final del concierto. Creo que fueron pocos los asistentes que al ver a Nick Sterling colgarse la guitarra acústica no se imaginaron el tema que iba a sonar a continuación. Efectivamente se trataba de “I remember you”, posiblemente una de las baladas heavy más famosas de finales de los 80’s y principios de los 90’s que puso la piel de gallina a muchos de los allí presentes entre los cuales me incluyo. Tras él le llegó el turno otro himno imprescindible de Skid Row, “Youth gone wild”, con el que Sebastian Bach y los suyos acabaron el concierto y con el que se despidieron de la Ciudad Condal, no sin antes lanzar al público a modo de “frisbee” unos parches de batería firmados por todos los músicos.
A pesar de que Sebastian Bach físicamente ya no es lo que era, de que en ocasiones dio muestras de no llegar vocalmente hasta donde hace unos cuantos años llegaba con creces y de abusar bastante del “reverb”, en general el de la sala Bikini fue un magnífico concierto, cargado de fuerza, de nostalgia para aquellos que en su día conocimos a Sebastian Bach como cantante de Skid Row, y de buen rollo y buena química entre músicos y público. Además, durante todo el concierto el cantante canadiense nos dio a todos una lección de profesionalidad dejando claro que los músicos han ganarse al público día a día manteniendo la dignidad a través del trabajo bien hecho, en lugar de vivir eternamente del pasado y de los días de gloria que se fueron y nunca volverán como hacen muchas de las viejas estrellas que todavía siguen en activo arrastrándose por los escenarios de medio mundo. Un diez para el señor Bach.