Con motivo de mi viaje a México, el pasado mes de Noviembre por fin me dio por ver una película que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo pero que nunca me había atrevido a hacerlo por miedo a perder el tiempo inútilmente viendo un bodrio infumable. Me estoy refiriendo a la primera de las tres películas de la llamada “Trilogía de México” de Robert Rodríguez: “El Mariachi”. Al final me decidí a verla única y exclusivamente porque venía a cuento con mi viaje, pero lo primero que diré sobre ella es que, afortunadamente, sólo dura ochenta minutos. ¡Madre mía del amor hermoso, qué mierda más gorda! A continuación voy a tratar de analizarla de la forma más objetiva y comprensiva que me sea posible aunque creo que va a ser un trabajo bastante complicado.
“El Mariachi” es la historia de una venganza y de una confusión. “Azul” (Reinol Martínez) es un antiguo socio del narcotraficante “Moco” (Peter Marquardt). Por motivos que no quedan del todo claros, “Moco” acaba siendo multimillonario mientras que “Azul” queda relegado a ser un simple y vulgar guardia de la prisión de un pueblo sin que sus colaboraciones con “Moco” hayan sido jamás recompensadas. Harto de esta desigualdad de suertes, “Azul” exige a “Moco” que le pague lo que es suyo (que no sabemos ni qué ni cuánto es), pero “Moco”, lejos de complacer a su antiguo socio otorgándole lo que le pide, manda a sus hombres para que lo maten sin que estos lleguen a conseguirlo. A raíz de este intento de asesinato frustrado, “Azul” clama venganza y, provisto de una funda de guitarra llena de armas, se desplaza a Ciudad Acuña donde “Moco” tiene su base de operaciones para acabar con él y con todos sus hombres. Es precisamente en Ciudad Acuña donde un joven mariachi (Carlos Gallardo) se dirige sin más equipaje que su guitarra en busca de trabajo como músico en algún bar o taberna. La funda de su guitarra y su vestimenta oscura le traerá serios problemas en Ciudad Acuña donde será confundido con “Azul” por los hombres de “Moco”. En todos los problemas que le provocan esta confusión, “El Mariachi” sólo contará con la ayuda y el apoyo de “Dominó” (Consuelo Gómez), la camarera del único local que le ofrece trabajo como mariachi.
“El Mariachi” es una película de auténtico culto para los seguidores de Robert Rodríguez y fue la primera parte de la que posteriormente se convertiría en una trilogía formada además por las secuelas “Desperado” (1995) y “Érase una vez es México” (2003), eso sí, ya con Antonio Banderas como protagonista. Para el rodaje de “El Mariachi” Robert Rodríguez contó únicamente con un presupuesto de 7.000 dólares pero aún así, en los años siguientes recibió gran cantidad de premios por ella como por ejemplo son el Premio de la crítica en el Deauville Film Festival de 1993, el Premio de la audiencia a la mejor dramatización en el Sundance Film Festival de 1993, el Premio Independent Spirit Award al mejor director y productor en 1994 y el Premio ACE a la mejor ópera prima también en 1994.
Dejando ya la objetividad y los datos meramente informativos a un lado (ya no aguanto más), sólo puedo decir que a mí “El Mariachi” me parece una auténtica y descomunal montaña de estiércol cinematográfico. Ni la historia es original (una puta confusión resuelta a tiro limpio), ni la trama está bien trazada, ni los diálogos son complejos o inteligentes, ni los personajes están bien interpretados, ni los ambientes están bien creados, ni los trabajos de realización están depurados, ni la fotografía es clara, ni la banda sonora es buena, ni los “gags” presuntamente cómicos hacen gracia, ni absolutamente nada de nada de la película tiene un ápice de calidad. Sólo viendo el reparto uno ya se puede dar cuenta de que no estamos hablando de un elenco de actores que destaque por su currículum cinematográfico precisamente. Prueba de ello es que en “Desperado” se quitaron de encima a Carlos Gallardo dándole un papelillo más terciario que secundario. Pero ya no son sólo los actores lo que crujen por todos los lados, es que la cámara se mueve, el sonido es lamentable y la historia en sí no tiene ni pies ni cabeza. Vamos, un auténtico despropósito.
Todos los premios y reconocimientos cinematográficos que en su día se le otorgaron a “El Mariachi” están muy bien y todo lo que queramos, pero a mí personalmente para lo único que me sirven a mí es para confirmar mis sospechas de que el trabajo de los críticos cinematográficos es uno de los trabajos más fáciles y más inútiles del mundo; y que a la hora de decidir sobre si ver una película o no jamás deben ser tenidos en cuenta porque la mierda más grande del universo pueden llegar a convertirla en una obra maestra únicamente con cuatro artículos de opinión positivos y tres estatuillas de hojalata otorgadas en una gala. Lamentable.
Para terminar con el ciclo de reseñas de las películas de Batman dirigidas por Chistopher Nolan que empecé allá por el mes de Agosto, por fin le toca el turno a la tercera de la por ahora trilogía: “The Dark Knight rises” o como se ha traducido aquí en España: “El Caballero Oscuro: La leyenda renace”. Fui a verla al cine cuando la estrenaron pero no he querido reseñarla antes porque las películas que voy a ver al cine me gusta verlas una vez más antes de escribir sobre ellas. Entre los imbéciles que llegan tarde a la sala y buscan sus butacas a oscuras sin importarles un carajo si molestan a la gente que tienen tras ellos o no, y los típicos babosos que sorben sus refrescos cuales osos hormigueros, que desempapelan caramelos y galletas y que rascan con ansia sus cajas de palomitas en busca de un puñado de ellas que echarse a la boca como si llevaran cuatro días sin comer ni cenar, al final uno siempre acaba perdiéndose algún detalle de la película. Así que, una vez revisionada tranquilamente en el DVD de casa, creo que ya estoy en disposición de hablar con criterio sobre ella.