Lo malo que tiene la democracia es que uno casi nunca puede imponer su voluntad ante la de los demás y por lo tanto, muchas veces se hace necesario acatar la voluntad de una mayoría por mucho que se tenga claro que dicha mayoría está equivocada por completo. Pero bueno, no dramaticemos, que la democracia también tiene muchas cosas buenas. Una de ellas es que cuando queda demostrado que una decisión tomada democráticamente no ha sido del todo buena o que directamente ha sido un error como tú antes habías vaticinado, puedes criticarla libre y abiertamente y soltar a los cuatro vientos el clásico: “¡Os lo dije!”. Es eso precisamente lo que voy a hacer en este artículo. El pasado viernes fui a comer con unos compañeros a un lugar que desde el minuto uno de saber que era el lugar elegido yo ya vi que no pintaba nada bien. Se trata del restaurante (por llamarlo de alguna manera) La Vietnamita.
Ubicado en el corazón del barrio de Gràcia de Barcelona, barrio guay por excelencia de la Ciudad Condal, La Vietnamita es un local que se anuncia como un lugar de comida rápida, fresca, sana y de precio razonable, basada en la unión de alimentos frescos y preparados típicos de la cocina vietnamita que se ponen a disposición del cliente a través de un menú minimalista pero versátil. Toma ya. A priori, con esta carta de presentación, la verdad es que el restaurante puede pintar bien, pero a mí personalmente los conceptos “minimalista”, “versátil”, “comida rápida” y “vietnamita” en la definición de un restaurante ya me dieron muy mala espina. Prejuicios hacia la comida asiática al margen, cuando uno entra en La Vietnamita lo que se encuentra es un local verdaderamente pequeño, decorado con lámparas de caña y pizarras por doquier, provisto de unas mesas alargadas y comunitarias (vamos, que puede tocarte comer en la misma mesa que un tipo al que no conoces de nada) intentando emular los chiringuitos callejeros de comida tan típicos en las abarrotadas ciudades orientales, y en cuyo ambiente reina un aroma que podría definirse como una mezcla entre cilantro, arroz hervido y fritanga. No en vano, la separación entre la cocina y el espacio de los comensales consiste únicamente en la propia barra del local.
Por lo que respecta al servicio, éste deja bastante que desear. Y no es porque sea malo, no, es porque es totalmente inexistente. Nada más llegar, uno de los camareros se acerca al sitio ocupado por los clientes y les lanza sobre la mesa una carta plastificada con los platos disponibles y un rotulador Velleda para que cada uno de ellos apunte su nombre y marque con una cruz lo que desea tomar. Una vez completada la selección, son los propios clientes los que tienen que acercarse a la barra y devolver la carta marcada con sus selecciones a los cocineros para que estos preparen los platos y a continuación pagar por anticipado. Sí, así es, en La Vietnamita se paga antes de comer. Además, el personal del local no se ocupa ni de preparar las mesas, ha de ser el propio cliente el que se acerque a buscar las servilletas, los cubiertos o los palillos (en caso de preferir comer con palillos que con cubiertos) a un armario ubicado justo al lado de la puerta del lavabo. Y eso no es todo. Una vez los platos han sido preparados, los clientes son llamados a gritos desde la barra para que se acerquen a recoger su propia comida y, lo peor, cuando acaban de comer han de limpiar ellos mismos su mesa y dejar sus platos, vasos y cubiertos en unas bandejas de metal colocadas en el mismo armario donde se encuentran los cubiertos y las servilletas. Vamos, que el servicio de La Vietnamita es “minimalista” y “versátil” a más no poder.
En cuanto a la comida propiamente dicha, esto ya es un tema totalmente subjetivo y puede que haya gente a la que los platos de La Vietnamita le parezcan lo más de lo más de la comida asiática, pero si tengo que expresar mi opinión, diría que ni las ensaladas, ni los arroces, ni los fideos, ni los postres, ni los batidos, ni las limonadas, ni absolutamente nada de nada entraría dentro de lo que yo entiendo por buena presentación o incluso buen aspecto. Desconozco el aporte vitamínico de la comida de La Vietnamita, pero lo que es por los ojos entrar no entra, y por la boca a duras penas. ¿Será por eso por lo que se se paga por adelantado? Pero ya digo que esto es un asunto muy subjetivo y, como dice el dicho popular español, para gustos los colores.
La Vietnamita
http://www.lavietnamita.com
C/ Torrent de l'Olla Nº78
Metro: Fontana
Ubicado en el corazón del barrio de Gràcia de Barcelona, barrio guay por excelencia de la Ciudad Condal, La Vietnamita es un local que se anuncia como un lugar de comida rápida, fresca, sana y de precio razonable, basada en la unión de alimentos frescos y preparados típicos de la cocina vietnamita que se ponen a disposición del cliente a través de un menú minimalista pero versátil. Toma ya. A priori, con esta carta de presentación, la verdad es que el restaurante puede pintar bien, pero a mí personalmente los conceptos “minimalista”, “versátil”, “comida rápida” y “vietnamita” en la definición de un restaurante ya me dieron muy mala espina. Prejuicios hacia la comida asiática al margen, cuando uno entra en La Vietnamita lo que se encuentra es un local verdaderamente pequeño, decorado con lámparas de caña y pizarras por doquier, provisto de unas mesas alargadas y comunitarias (vamos, que puede tocarte comer en la misma mesa que un tipo al que no conoces de nada) intentando emular los chiringuitos callejeros de comida tan típicos en las abarrotadas ciudades orientales, y en cuyo ambiente reina un aroma que podría definirse como una mezcla entre cilantro, arroz hervido y fritanga. No en vano, la separación entre la cocina y el espacio de los comensales consiste únicamente en la propia barra del local.
Por lo que respecta al servicio, éste deja bastante que desear. Y no es porque sea malo, no, es porque es totalmente inexistente. Nada más llegar, uno de los camareros se acerca al sitio ocupado por los clientes y les lanza sobre la mesa una carta plastificada con los platos disponibles y un rotulador Velleda para que cada uno de ellos apunte su nombre y marque con una cruz lo que desea tomar. Una vez completada la selección, son los propios clientes los que tienen que acercarse a la barra y devolver la carta marcada con sus selecciones a los cocineros para que estos preparen los platos y a continuación pagar por anticipado. Sí, así es, en La Vietnamita se paga antes de comer. Además, el personal del local no se ocupa ni de preparar las mesas, ha de ser el propio cliente el que se acerque a buscar las servilletas, los cubiertos o los palillos (en caso de preferir comer con palillos que con cubiertos) a un armario ubicado justo al lado de la puerta del lavabo. Y eso no es todo. Una vez los platos han sido preparados, los clientes son llamados a gritos desde la barra para que se acerquen a recoger su propia comida y, lo peor, cuando acaban de comer han de limpiar ellos mismos su mesa y dejar sus platos, vasos y cubiertos en unas bandejas de metal colocadas en el mismo armario donde se encuentran los cubiertos y las servilletas. Vamos, que el servicio de La Vietnamita es “minimalista” y “versátil” a más no poder.
En cuanto a la comida propiamente dicha, esto ya es un tema totalmente subjetivo y puede que haya gente a la que los platos de La Vietnamita le parezcan lo más de lo más de la comida asiática, pero si tengo que expresar mi opinión, diría que ni las ensaladas, ni los arroces, ni los fideos, ni los postres, ni los batidos, ni las limonadas, ni absolutamente nada de nada entraría dentro de lo que yo entiendo por buena presentación o incluso buen aspecto. Desconozco el aporte vitamínico de la comida de La Vietnamita, pero lo que es por los ojos entrar no entra, y por la boca a duras penas. ¿Será por eso por lo que se se paga por adelantado? Pero ya digo que esto es un asunto muy subjetivo y, como dice el dicho popular español, para gustos los colores.
La Vietnamita
http://www.lavietnamita.com
C/ Torrent de l'Olla Nº78
Metro: Fontana
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