Primer disco de estudio de los Rolling Stones del siglo XXI. A pesar de que tuvieron que pasar ocho años desde la publicación de “Bridges to Babylon”, su anterior trabajo discográfico, esto no supuso un periodo de ocho años de inactivadad stoniana y de sequía discográfica sino todo lo contrario. Entre 1997 y 1998 el grupo se embarca en una extensa gira mundial de la cual saldría un disco en directo titulado “Not security” y un DVD de una actuación registrada en Nueva York. En el año 2001 Mick Jagger publica su cuarto disco en solitario, “Goddness in the dooway”, verdaderamente muy recomendable. En el 2002, con motivo de la celebración del 40 Aniversario de la banda, se edita “Forty Licks”, un recopilatorio de 40 de sus clásicos, tanto de la época en la que pertenecieron a la casa discográfica DECCA como de la época de VIRGIN. De los cientos que existen, este es el primer recopilatorio de los Stones que contiene temas de ambas discográficas. Dentro de “Forty licks” también se incluyeron un par de temas de estudio nuevos, pero evidentemente no tiene nada que ver grabar dos temas aislados con el proceso de grabación y composición de un disco completo. Tras el disco vino una nueva gira mundial durante los años 2002 y 2003, después de la cual se publicaría otro álbum en directo titulado “Live licks” y un cuádruple DVD con diferentes actuaciones del tour. Finalmente, después de un par de años de descanso, Sus Satánicas Majestades volvieron a la carga con este "A bigger bang".
Cuando uno escucha “A bigger bang” por primera vez da la sensación de haberlo escuchado antes y no sólo en una ocasión. Es como si fuera un disco de los que has tenido toda la vida. Con 16 temas, “A bigger bang” es el álbum más largo de la historia del grupo junto con “Exile on Main Street”. Bastante alejado de los patrones comerciales típicos de hoy en día, recopila todos los sellos de identidad de los Rolling Stones: contiene tres pelotazos rockeros (“Rough justice”, “Oh no, not you again” y “Driving too fast”), algún funky al más puro estilo de la época de “Undercover” (“Rain fall down” y “Look what the cat dragger in”), una balada de las de Jagger (“Streets of love”), un blues con slides de guitarra acústica y armónica (“Back of my hand”), dos temas cantados por Keith Richards ideales para ser interpretados mientras Mick se cambia de camisa y toma aire durante los conciertos (“This place is empty” y “Infamy”), y un largo etcétera de buenos temas. Además, en este disco los Stones se mojan metiéndole caña a George Bush con “Sweet Neo Con”, haciendo referencia de forma implícita a su política belicista y llegándole a llamar desde hipócrita hasta montón de mierda. El mariquita de Paul McArtney debería de tomar ejemplo, que el muy desgraciado no tuvo cojones ni de condenar la guerra de Irak durante la gira de promoción de su disco “Back in the U.S.A.” a pesar de que el público se lo pidiera.
Es posible que “A bigger bang” no contenga ningún himno como “I can’t get no, satisfaction”, “Jumping Jack Flash”, “Brown sugar” u otros más recientes como “Saint of me” o “Out of control”, pero es que a estas alturas tampoco les hace falta hacer un himno por disco puesto que la mayor parte de los himnos de la historia del rock les pertenecen. Más de un musiquillo de medio pelo, de esos que se creen mierda y no llegan a pedo, se daría con un canto en los dientes por publicar un disco como éste cuando tenga 61 años (o incluso con 30 o 40), por dar los espectáculos en directo que dan esta gente, o por tener la energía y la capacidad creativa que tienen los Rolling Stones a esas edades y con 45 años de carrera a sus espaldas.
Resumiendo, otra muesca más en el revolver de esta incombustible banda, que lleva así como 10 años publicando su último disco y haciendo su última gira mundial.
Cuando uno escucha “A bigger bang” por primera vez da la sensación de haberlo escuchado antes y no sólo en una ocasión. Es como si fuera un disco de los que has tenido toda la vida. Con 16 temas, “A bigger bang” es el álbum más largo de la historia del grupo junto con “Exile on Main Street”. Bastante alejado de los patrones comerciales típicos de hoy en día, recopila todos los sellos de identidad de los Rolling Stones: contiene tres pelotazos rockeros (“Rough justice”, “Oh no, not you again” y “Driving too fast”), algún funky al más puro estilo de la época de “Undercover” (“Rain fall down” y “Look what the cat dragger in”), una balada de las de Jagger (“Streets of love”), un blues con slides de guitarra acústica y armónica (“Back of my hand”), dos temas cantados por Keith Richards ideales para ser interpretados mientras Mick se cambia de camisa y toma aire durante los conciertos (“This place is empty” y “Infamy”), y un largo etcétera de buenos temas. Además, en este disco los Stones se mojan metiéndole caña a George Bush con “Sweet Neo Con”, haciendo referencia de forma implícita a su política belicista y llegándole a llamar desde hipócrita hasta montón de mierda. El mariquita de Paul McArtney debería de tomar ejemplo, que el muy desgraciado no tuvo cojones ni de condenar la guerra de Irak durante la gira de promoción de su disco “Back in the U.S.A.” a pesar de que el público se lo pidiera.
Es posible que “A bigger bang” no contenga ningún himno como “I can’t get no, satisfaction”, “Jumping Jack Flash”, “Brown sugar” u otros más recientes como “Saint of me” o “Out of control”, pero es que a estas alturas tampoco les hace falta hacer un himno por disco puesto que la mayor parte de los himnos de la historia del rock les pertenecen. Más de un musiquillo de medio pelo, de esos que se creen mierda y no llegan a pedo, se daría con un canto en los dientes por publicar un disco como éste cuando tenga 61 años (o incluso con 30 o 40), por dar los espectáculos en directo que dan esta gente, o por tener la energía y la capacidad creativa que tienen los Rolling Stones a esas edades y con 45 años de carrera a sus espaldas.
Resumiendo, otra muesca más en el revolver de esta incombustible banda, que lleva así como 10 años publicando su último disco y haciendo su última gira mundial.
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