Tercer disco en solitario de Joe Perry, el guitarrista de la mítica banda Aerosmith. Allá por los años ochenta ya grabó tres discos bajo el sello de “The Joe Perry Project”, pero por lo visto ha querido hacer borrón y cuenta nueva de aquello y comenzar otra vez como hacen los artistas que empiezan: firmando y titulando el disco únicamente con su nombre. Posiblemente peque de indocumentado diciendo que no sé cómo serían aquellos discos de los cuales el propio Joe Perry renuncia, pero hijo mío, qué descansadico te lo has ganao con éste... He de decir que me he interesado por este disco después de leer una entrevista que les concedió Joe Perry en su rancho de Boston a los redactores de la revista Guitarra Total, en la cual lo enjabonaban hasta la saciedad y ponían el disco como si de la resurrección de Jimi Hendrix se tratase. Como a mí no me ha concedio ninguna entrevista ni me ha invitado a tomar café a su rancho de Boston, me puedo permitir el lujo de ser “sincero” en esta reseña.
Lo primero que tengo que decir es que escuchando “Joe Perry” me he aburrido como una ostra. El disco empieza con "Shakin' my cage", un tema hard rockero de los de toda la vida, de esos que si los escuchas por la calle te hacen llegar más pronto al sito al cual vas. Lamentablemente, cuando entra la voz en acción no se escucha ningún “yeyyeah” ni ningún “mmmmmmmmm.... uaaayayayayaya” ni ningún otro sonido estridente de esos que Steven Tyler sabe hacer tan bien y yo sé transcribir tan mal, no señor, el que canta es el mismo Joe Perry. Como buen guitarrista y compositor de ritmos y melodías que es, por lo general la guitarra suena bastante bien, en su línea y con ese estilo tan característico que le ha hecho merecedor de un modelo de guitarra “Gibson Les Paul Joe Perry Signature” (horripilante, por cierto). El problema principal del disco radica en la voz.
Joe Perry ya cantó algún tema aislado con Aerosmith, pero claro, un tema es un tema y un disco entero es un disco entero, y un Seat 600 puede ir muy bien para ir a comprar al Sabeco pero no se le puede hacer correr en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 y encima pedirle que haga pódium. A pesar de esto, yo creo que no se puede cantar con menos gracia, con menos sentimiento y con menos voz. El problema de fondo no es la carencia de voz, ya que en la historia ha habido pésimos cantantes que han hecho magníficos discos, el problema está en la monotonía y la poca sangre con la que canta el amigo Perry. Se le nota acartonado, inseguro, no muestra ni una pizca de implicación en la interpretación de sus propias canciones, como si estuviera obligado a cantar. Gracias a todo esto ha conseguido cargarse completamente un disco musicalmente aceptable. Salvo algunas paranoias que le entran con ritmos hindús de garrafón, una versión de “Crystal Ship “ de The Doors y alguna que otra cosa rara más, muchos de los temas podrían pertenecer a un buen disco de Aerosmith si en lugar de cantarlos Joe “Sosainas” Perry los cantara Steven Tyler. Sólo me queda decir que los mejores temas del disco son “Twilight” y “Mercy”, los dos instrumentales.
Nunca he sido muy aficionado a los discos de guitarristas Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Creo que los guitarristas deberían dedicarse a tocar la guitarra y no a cantar, y si quieren desarrollar sus propios temas o sus propias inquietudes musicales de forma paralela a su grupo, lo que deberían hacer es buscar un vocalista como Dios manda para que interpretara sus canciones y no hacerlo todo ellos, porque en la mayoría de ocasiones lo único que consiguen es hacer la risa.
Después de esto dudo mucho que Joe Perry me invite a su rancho de Bostón.
Lo primero que tengo que decir es que escuchando “Joe Perry” me he aburrido como una ostra. El disco empieza con "Shakin' my cage", un tema hard rockero de los de toda la vida, de esos que si los escuchas por la calle te hacen llegar más pronto al sito al cual vas. Lamentablemente, cuando entra la voz en acción no se escucha ningún “yeyyeah” ni ningún “mmmmmmmmm.... uaaayayayayaya” ni ningún otro sonido estridente de esos que Steven Tyler sabe hacer tan bien y yo sé transcribir tan mal, no señor, el que canta es el mismo Joe Perry. Como buen guitarrista y compositor de ritmos y melodías que es, por lo general la guitarra suena bastante bien, en su línea y con ese estilo tan característico que le ha hecho merecedor de un modelo de guitarra “Gibson Les Paul Joe Perry Signature” (horripilante, por cierto). El problema principal del disco radica en la voz.
Joe Perry ya cantó algún tema aislado con Aerosmith, pero claro, un tema es un tema y un disco entero es un disco entero, y un Seat 600 puede ir muy bien para ir a comprar al Sabeco pero no se le puede hacer correr en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 y encima pedirle que haga pódium. A pesar de esto, yo creo que no se puede cantar con menos gracia, con menos sentimiento y con menos voz. El problema de fondo no es la carencia de voz, ya que en la historia ha habido pésimos cantantes que han hecho magníficos discos, el problema está en la monotonía y la poca sangre con la que canta el amigo Perry. Se le nota acartonado, inseguro, no muestra ni una pizca de implicación en la interpretación de sus propias canciones, como si estuviera obligado a cantar. Gracias a todo esto ha conseguido cargarse completamente un disco musicalmente aceptable. Salvo algunas paranoias que le entran con ritmos hindús de garrafón, una versión de “Crystal Ship “ de The Doors y alguna que otra cosa rara más, muchos de los temas podrían pertenecer a un buen disco de Aerosmith si en lugar de cantarlos Joe “Sosainas” Perry los cantara Steven Tyler. Sólo me queda decir que los mejores temas del disco son “Twilight” y “Mercy”, los dos instrumentales.
Nunca he sido muy aficionado a los discos de guitarristas Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Creo que los guitarristas deberían dedicarse a tocar la guitarra y no a cantar, y si quieren desarrollar sus propios temas o sus propias inquietudes musicales de forma paralela a su grupo, lo que deberían hacer es buscar un vocalista como Dios manda para que interpretara sus canciones y no hacerlo todo ellos, porque en la mayoría de ocasiones lo único que consiguen es hacer la risa.
Después de esto dudo mucho que Joe Perry me invite a su rancho de Bostón.
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