Siempre es agradable recordar viejos tiempos y más aún cuando estos pertenecen a nuestra infancia. Los que crecimos en la década de los 80’s tenemos una serie de referentes televisivos que nos provocan una sonrisa cuando pensamos en ellos y que probablemente tardaremos en olvidar. El Equipo A, V, El Coche Fantástico, El Gran Héroe Americano, El Trueno Azul, El Halcón Callejero o Corrupción en Miami, son algunos ejemplos de aquellas teleseries que siempre permanecerán en nuestra memoria. Muchos nos aficionamos al cine de acción, persecuciones y tiroteos a través de todas estas series y, a pesar de su dudosa calidad argumental, para nosotros tienen su encanto y son sencillamente insuperables. No hay más que ver los índices de audiencia que generan cuando a alguna cadena de televisión le da por reponerlas y la cantidad de foros, páginas de descargas de capítulos y entradas en el YouTube que hacen referencia a cualquiera de ellas para comprobar el gran interés que todavía hoy despiertan.
Pero la cosa cambia por completo cuando no se trata de una reposición sino de un “remake”. En estos casos las comparaciones dejan de ser odiosas para convertirse en inevitables y necesarias, porque lo que no tiene perdón de Dios es que un “remake” cinematográfico de una serie de televisión realizado 20 años después del original pueda llegar a tener peor calidad que cualquiera de los episodios de la propia serie. Puesto que todo el trabajo de ambientación y desarrollo de personajes y del trasfondo ya está hecho, y la captación del público nostálgico está más que asegurada, ¿qué menos se puede pedir que el argumento de la película y el despliegue de medios sea lo que marque la diferencia con respecto a la serie? Lamentablemente no ha sido lo que ha ocurrido con Corrupción en Miami, un completo sacrilegio que al contrario que su madre televisiva jamás pasará a la historia.
En esta película Sonny Crockett (Colin Farrell) y Ricardo Tubbs (Jamie Foxx), dos detectives de la Brigada Antivicio de la Policía de Miami, se infiltran en una de las redes de narcotráfico más importantes de toda Latinoamérica para tratar de acabar con ella desde dentro haciéndose pasar por contrabandistas y ganándose la confianza del capo Montoya (Luis Tosar) gracias a la perfección de sus servicios. Así, sin más. Si no fuera por el reparto, el que lea esto puede pensar que me he equivocado y que no he visto la película sino un episodio de la teleserie bajado del Emule, pero no, este es el argumento del film y cualquiera que haya visto más de tres películas de este estilo podrá imaginarse el desenlace final. Evidentemente las lanchas, los coches deportivos, las avionetas, los teléfonos móviles y los dispositivos de vigilancia y espionaje son de última generación, pero por lo demás, por no haber no hay más que un par de tiroteos y un par de escenas de cama (una para cada uno de los protagonistas).
Al margen del argumento, lo que más me hace rechinar los dientes es el reparto. Si Don Johnson y Philip Michael Thomas hacían una pareja perfecta con un punto de humor sarcástico e irónico entre ellos, aquí Colin Farrell y Jamie Foxx están más sosos que una mata de habas. En el caso de Colin Farrell, al cual todavía no sé de donde le viene el renombre y el prestigio como actor porque siempre pone la misma cara de capullo, no parece ni la mitad de duro de lo que debería ser Sonny Crockett. Por lo que respecta a Jamie Foxx, más que un detective parece un portero de discoteca. Pero el peor personaje de todos es el Teniente Castillo... ¿Cómo se les ocurre poner al afroamericano Barry Shabaka Henley encarnando al Teniente Castillo? Por el amor de Dios, esas cosas no se hacen...
Si bien es cierto que tampoco se pueden pedir enrevesadas tramas argumentales a una película basada en la serie Corrupción en Miami, estoy más que seguro de que todos hemos visto más de siete u ocho películas con más intriga, más acción y mejores mamporros que los que se pueden ver aquí. En definitiva, una lamentable adaptación, totalmente innecesaria, que no hace más que agrandar mucho más a la mítica serie original.
Pero la cosa cambia por completo cuando no se trata de una reposición sino de un “remake”. En estos casos las comparaciones dejan de ser odiosas para convertirse en inevitables y necesarias, porque lo que no tiene perdón de Dios es que un “remake” cinematográfico de una serie de televisión realizado 20 años después del original pueda llegar a tener peor calidad que cualquiera de los episodios de la propia serie. Puesto que todo el trabajo de ambientación y desarrollo de personajes y del trasfondo ya está hecho, y la captación del público nostálgico está más que asegurada, ¿qué menos se puede pedir que el argumento de la película y el despliegue de medios sea lo que marque la diferencia con respecto a la serie? Lamentablemente no ha sido lo que ha ocurrido con Corrupción en Miami, un completo sacrilegio que al contrario que su madre televisiva jamás pasará a la historia.
En esta película Sonny Crockett (Colin Farrell) y Ricardo Tubbs (Jamie Foxx), dos detectives de la Brigada Antivicio de la Policía de Miami, se infiltran en una de las redes de narcotráfico más importantes de toda Latinoamérica para tratar de acabar con ella desde dentro haciéndose pasar por contrabandistas y ganándose la confianza del capo Montoya (Luis Tosar) gracias a la perfección de sus servicios. Así, sin más. Si no fuera por el reparto, el que lea esto puede pensar que me he equivocado y que no he visto la película sino un episodio de la teleserie bajado del Emule, pero no, este es el argumento del film y cualquiera que haya visto más de tres películas de este estilo podrá imaginarse el desenlace final. Evidentemente las lanchas, los coches deportivos, las avionetas, los teléfonos móviles y los dispositivos de vigilancia y espionaje son de última generación, pero por lo demás, por no haber no hay más que un par de tiroteos y un par de escenas de cama (una para cada uno de los protagonistas).
Al margen del argumento, lo que más me hace rechinar los dientes es el reparto. Si Don Johnson y Philip Michael Thomas hacían una pareja perfecta con un punto de humor sarcástico e irónico entre ellos, aquí Colin Farrell y Jamie Foxx están más sosos que una mata de habas. En el caso de Colin Farrell, al cual todavía no sé de donde le viene el renombre y el prestigio como actor porque siempre pone la misma cara de capullo, no parece ni la mitad de duro de lo que debería ser Sonny Crockett. Por lo que respecta a Jamie Foxx, más que un detective parece un portero de discoteca. Pero el peor personaje de todos es el Teniente Castillo... ¿Cómo se les ocurre poner al afroamericano Barry Shabaka Henley encarnando al Teniente Castillo? Por el amor de Dios, esas cosas no se hacen...
Si bien es cierto que tampoco se pueden pedir enrevesadas tramas argumentales a una película basada en la serie Corrupción en Miami, estoy más que seguro de que todos hemos visto más de siete u ocho películas con más intriga, más acción y mejores mamporros que los que se pueden ver aquí. En definitiva, una lamentable adaptación, totalmente innecesaria, que no hace más que agrandar mucho más a la mítica serie original.
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