Siempre he creído que todos los músicos deberían hacer en algún momento de su carrera un disco homenaje a las bandas, artistas o estilos que les han influenciado musicalmente. En su día ya lo hicieron Guns N’ Roses con “The Spaghtti Incident?”, Metallica con uno de los discos de “Garage Inc.” o Aerosmith con “Honkin' on bobo” (por nombrar a tres de los grandes), y a mí particularmente me gusta descubrir artistas que no conocía a través de mis grupos favoritos. Es el caso de este disco de Andrés Calamaro titulado “El Cantante”, que sin ser nuevo ni mucho menos, quisiera rescatar a raíz de un debate mantenido en los últimos días sobre la idoneidad o no de la publicación de discos de versiones por parte de artistas consagrados.
La carrera musical de Andrés Calamaro es tan extensa y los palos que ha tocado son tantos y tan variados que posiblemente necesitaría otro quíntuple LP para hacer un disco de versiones de sus máximas influencias. Con “El Cantante”, disco que supuso la antesala de su regreso al mundo de los vivos, Andrés Calamaro quiso homenajear sólo a una pequeña parte de sus raíces musicales: la música de Latinoamérica. Como en todos los discos de versiones, unos temas fueron mejorados dándoles su tan característico toque personal y otros no, pero en el cómputo global, se trata de un auténtico disco tributo del cual todos los autores originales podrían estar muy orgullosos si lo escuchasen. Además, el disco también incluye uno de los temas más corerados en los conciertos del argentino como es “Estadio Azteca”, compuesto por su amigo Cuino Skornik.
Que nadie espere versiones rockeras, versiones tecnológicas como la que en su día hiciera del tema de Bob Marley “No woman no cry”, ni nada por el estilo. Por lo general Andrés fue bastante fiel a la estructura de las canciones originales limitándose a cantar con su propia voz (obviamente) los temas, lo cual ya es más que suficiente para hacérselos propios. En “El Cantante”, además de las virtudes como vocalista de Andrés Calamaro (que no las voy a descubrir yo aquí ahora), cabe destacar también a ese diamante en bruto que le acompaña a la guitarra española llamado Niño Josele, que además de grabar con él en este y otros discos, también le acompañó durante alguna gira por teatros que hizo posteriormente.
Puede que “El Cantante” no sea el mejor disco de Calamaro. Puede que Calamaro no sea el mismo desde que es padre y vive con su amada Daniela. Puede que Calamaro ya jamás vuelva a ser el canalla que en tiempos fue. Lo que está claro es que siempre es un placer escuchar cantar a Calamaro, ya sea en disco propio o haciendo versiones, porque haga lo que haga el resultado final va a ser siempre de una altísima calidad. Por mucho que su personalidad cambie con los años, su voz siempre será una de las mejores voces del panorama musical hispano.
La carrera musical de Andrés Calamaro es tan extensa y los palos que ha tocado son tantos y tan variados que posiblemente necesitaría otro quíntuple LP para hacer un disco de versiones de sus máximas influencias. Con “El Cantante”, disco que supuso la antesala de su regreso al mundo de los vivos, Andrés Calamaro quiso homenajear sólo a una pequeña parte de sus raíces musicales: la música de Latinoamérica. Como en todos los discos de versiones, unos temas fueron mejorados dándoles su tan característico toque personal y otros no, pero en el cómputo global, se trata de un auténtico disco tributo del cual todos los autores originales podrían estar muy orgullosos si lo escuchasen. Además, el disco también incluye uno de los temas más corerados en los conciertos del argentino como es “Estadio Azteca”, compuesto por su amigo Cuino Skornik.
Que nadie espere versiones rockeras, versiones tecnológicas como la que en su día hiciera del tema de Bob Marley “No woman no cry”, ni nada por el estilo. Por lo general Andrés fue bastante fiel a la estructura de las canciones originales limitándose a cantar con su propia voz (obviamente) los temas, lo cual ya es más que suficiente para hacérselos propios. En “El Cantante”, además de las virtudes como vocalista de Andrés Calamaro (que no las voy a descubrir yo aquí ahora), cabe destacar también a ese diamante en bruto que le acompaña a la guitarra española llamado Niño Josele, que además de grabar con él en este y otros discos, también le acompañó durante alguna gira por teatros que hizo posteriormente.
Puede que “El Cantante” no sea el mejor disco de Calamaro. Puede que Calamaro no sea el mismo desde que es padre y vive con su amada Daniela. Puede que Calamaro ya jamás vuelva a ser el canalla que en tiempos fue. Lo que está claro es que siempre es un placer escuchar cantar a Calamaro, ya sea en disco propio o haciendo versiones, porque haga lo que haga el resultado final va a ser siempre de una altísima calidad. Por mucho que su personalidad cambie con los años, su voz siempre será una de las mejores voces del panorama musical hispano.