“El luchador” cuenta la historia de Randy “The Ram” Robinson, una leyenda del “wrestling” de los ochenta venida a menos que, veinte años después de su etapa gloriosa, continúa arrastrándose por gimnasios y cuadriláteros de tercera y cuarta división, aceptando peleas en condiciones lamentables con el único fin de poder seguir luchando. La película no sólo se centra en la vida y en las miserias de un luchador en particular sino que es un claro reflejo de todo lo que el público de la lucha libre no ve pero que muchos siempre nos hemos imaginado: que los combates están totalmente amañados y guionizados, el consumo de anabolizantes e incluso drogas por parte de los luchadores, y todas las consecuencias que al cabo de los años tienen para la salud de los propios luchadores los golpes recibidos y los excesos de todas las substancias comentadas con anterioridad.
Mickey Rourke es el responsable de encarnar a “The Ram”, el personaje principal y prácticamente único de esta historia. Su interpretación de un deportista que en su día fue alguien importante pero que en la actualidad está acabado y malvive como buenamente puede, alejado de la familia y negándose a asumir que su época ya ha terminado, es sencillamente brillante. Su aspecto físico, su edad y su propia historia personal le vienen a Rourke como anillo al dedo y, desde el principio hasta el final de la película, consigue que el personaje sea totalmente creíble provocando perfectamente la compasión y la lástima que se pretende provocar. Además, se nota que se ha puesto las pilas en el dominio de las llaves y las técnicas de la lucha libre porque me atrevería a decir que en la mayor parte de las escenas de combate no le ha sido necesario ningún extra.
En cuanto a la banda sonora, ésta está compuesta básicamente por temas de grupos clásicos del hard rock americano de la década de los ochenta como pueden ser Guns N’ Roses, Quiet Rot o Cinderella, que suenan cuando Randy se desplaza con su furgoneta, cuando los diferentes luchadores saltan al ring, o incluso en el interior de bares y locales de “streeptease”. Sin duda alguna es toda una exaltación de la contracultura y la música de los años ochenta.
“El luchador” es una magnífica película que ha supuesto la resurrección definitiva de Mickey Rourke en el mundo del cine tras su anterior éxito en Sin City, que deja muy en entre dicho todo lo que rodea al mundo del “wrestling”. Que nadie se espere una película únicamente de mamporros porque es bastante más que eso.
Mickey Rourke es el responsable de encarnar a “The Ram”, el personaje principal y prácticamente único de esta historia. Su interpretación de un deportista que en su día fue alguien importante pero que en la actualidad está acabado y malvive como buenamente puede, alejado de la familia y negándose a asumir que su época ya ha terminado, es sencillamente brillante. Su aspecto físico, su edad y su propia historia personal le vienen a Rourke como anillo al dedo y, desde el principio hasta el final de la película, consigue que el personaje sea totalmente creíble provocando perfectamente la compasión y la lástima que se pretende provocar. Además, se nota que se ha puesto las pilas en el dominio de las llaves y las técnicas de la lucha libre porque me atrevería a decir que en la mayor parte de las escenas de combate no le ha sido necesario ningún extra.
En cuanto a la banda sonora, ésta está compuesta básicamente por temas de grupos clásicos del hard rock americano de la década de los ochenta como pueden ser Guns N’ Roses, Quiet Rot o Cinderella, que suenan cuando Randy se desplaza con su furgoneta, cuando los diferentes luchadores saltan al ring, o incluso en el interior de bares y locales de “streeptease”. Sin duda alguna es toda una exaltación de la contracultura y la música de los años ochenta.
“El luchador” es una magnífica película que ha supuesto la resurrección definitiva de Mickey Rourke en el mundo del cine tras su anterior éxito en Sin City, que deja muy en entre dicho todo lo que rodea al mundo del “wrestling”. Que nadie se espere una película únicamente de mamporros porque es bastante más que eso.
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