Amigos, nos encontramos en la etapa más lamentable de la historia del Real Zaragoza. Con una situación en liga desastrosa, una plantilla de jugadores mediocre tirando a pobre, un estilo de juego inexistente y, sobre todo, una directiva que no hace más que gastar dinero inútilmente sin conseguir ningún logro deportivo, muchos dicen que el Real Zaragoza está agonizando y a las puertas de la desaparición. Personalmente, y sintiéndolo mucho, yo estoy convencido que acabará siendo así.
¿Quién tiene la culpa de esta situación? En mi opinión la respuesta está más que clara. Tras la muerte de Don Alfonso Solans, en gloria esté, no ha pasado por el club maño un solo presidente que lo ame realmente. Ni su hijo Alfonso Solans Jr., ni el actual propietario de la entidad, el empresario soriano Agapito Iglesias (que inicialmente se puso al político Eduardo Bandrés como escudo para recibir las hostias de los medios de comunicación), han estado a la altura de lo que verdaderamente significa el sentimiento zaragocista y lo único que han hecho es figurar, vender jugadores, despedir entrenadores e incrementar la deuda del club. Por esta razón, en este tiempo aciago para el Real Zaragoza, me gustaría rendir un sentido homenaje al presidente que nos llevó a la gloria deportiva durante los años 90, un presidente que, pese a ser un poco particular, amaba al Real Zaragoza como pocos y, lo más importante, invertía en él como Dios manda. Va por usted, abuelo.
¿Quién tiene la culpa de esta situación? En mi opinión la respuesta está más que clara. Tras la muerte de Don Alfonso Solans, en gloria esté, no ha pasado por el club maño un solo presidente que lo ame realmente. Ni su hijo Alfonso Solans Jr., ni el actual propietario de la entidad, el empresario soriano Agapito Iglesias (que inicialmente se puso al político Eduardo Bandrés como escudo para recibir las hostias de los medios de comunicación), han estado a la altura de lo que verdaderamente significa el sentimiento zaragocista y lo único que han hecho es figurar, vender jugadores, despedir entrenadores e incrementar la deuda del club. Por esta razón, en este tiempo aciago para el Real Zaragoza, me gustaría rendir un sentido homenaje al presidente que nos llevó a la gloria deportiva durante los años 90, un presidente que, pese a ser un poco particular, amaba al Real Zaragoza como pocos y, lo más importante, invertía en él como Dios manda. Va por usted, abuelo.
1 comentario:
joder.. menudo pieza, al menos era feliz.
Publicar un comentario