La faceta más mística de Ben Harper llega a tierras catalanas
Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma. Más que tormenta fue un huracán lo que el martes día 8 de Julio pasó por el Pavelló Olimpic de Badalona con el concierto de Lenny Kravitz y, dos días más tarde, era Ben Harper con sus Innocent Criminals el que se subía a las tablas de la cancha de “La Penya” para promocionar en directo su último álbum de título “Lifeline”. El rock, el funky y el soul de Lenny Kravitz dejaba paso al folk-rock de Ben Harper con tan sólo 48 horas de diferencia, y la verdad es que muy poco tuvieron que ver ambos espectáculos a excepción de que nuevamente se volvía a organizar en víspera de día laborable.
Los encargados de abrir el show fueron los murcianos M-Clan, unos más que dignos teloneros que consiguieron hacer botar al público de Badalona a pesar del agobiante calor del pabellón. No pude disfrutar del “set” completo de M-Clan debido a mi retraso en la entrada al recinto, pero durante el tiempo que los vi tuve la extraña sensación de estar viendo a la banda de rock que fueron hace cosa de cinco años en lugar de a los M-Clan del siglo XXI, más próximos al pop comercial que al rock. Algo difícil de comprender lo de estos tíos.
Sobre las 21:30 h., con una puntualidad exquisita, uno a uno y de forma escalonada, fueron subiendo al escenario todos los componentes de The Innocent Criminals hasta que, en último lugar, apareció un Ben Harper vestido con camisa de leñador abrochada hasta el cuello, pantalones vaqueros y... ¡gorro de esquí!... Algo alucinante dado que estábamos en Julio y el Pavelló Olímpic de Badalona parecía la cocina del infierno. Inmediatamente después, Ben Harper empuñaba su Gibson Les Paul color crema y comenzaba el concierto con los aires reggae de “Jah work”. Este sería el único tema de toda la noche durante el cual el californiano utilizaría la guitarra eléctrica. Para el resto de canciones hizo uso de una guitarra acústica y de sus ya míticas guitarras “steel”. Puede parecer un detalle sin importancia pero fue un claro reflejo de que Ben Harper venía más en son de paz que con ganas de hipnotizarnos con un concierto eléctrico y psicodélico como los que ofreció durante de su anterior gira. Escuchando “Lifeline” uno ya se da cuenta de la esencia acústica y relajada que éste desprende, así que el concierto no iba a ser más que una prolongación al directo de esta faceta de Harper.
La actuación prosiguió con un “set” compuesto por algunos temas de sus anteriores discos como “Excuse me Mr.” o “Waiting for you”, y otros de “Lifeline” como “Fight outta you” o “In the colors”. El público respondía a cada una de las piezas con total emoción y entrega, independientemente de la intensidad de estas, e incluso hizo soltar una carcajada a Ben Harper con los típicos cánticos futboleros de "Oé, oé oé oé". A continuación, por primera vez en toda la noche, los técnicos sacaban a la parte frontal del escenario la clásica silla cubierta con un tapiz en la que Ben Harper suele sentarse para interpretar los temas que requieren del sonido de su guitarra “steel”. “Use me”, “Gold to me”, “Welcome to the cruel world”, “Diamonds on the inside” y “Whiping boy” fueron las canciones que compusieron este bloque. Sin duda alguna son grandes temas y fue una gran interpretación con una brillante ejecución, pero quizás estos sean más propios para ser llevados al directo en un recital celebrado en un teatro y no en un concierto celebrado en un pabellón deportivo abarrotado con 8.000 personas, muchas de ellas de pie en la pista. La cuestión es que muchos de los allí presentes nos quedamos un poco fríos en esta parte del espectáculo.
Después de este momento místico llegó la parte más divertida del concierto con la puesta en escena de “Forgiven”, un “Burn one down” iniciado con la maestría en los bongos del minúsculo Leon Mobley, el funky “Black rain” durante el cual Ben Harper deambuló por el escenario tocando todo tipo de instrumentos de percusión y donde el bajista Juan Nelson hizo una verdadera demostración de lo que significa tocar el bajo, y para terminar, el tema pseudohindú “Better way”, ideal para despedirse del público de Badalona de forma apoteósica. Como se puede observar, himnos como “Sexual healing”, “Faded” o “Waiting on an angel” no hicieron acto de presencia en el repertorio del concierto, sólo Ben Harper sabe porqué.
Pero aún quedaba más. Tras unos instantes de descanso, Harper volvía al escenario, en esta ocasión él solo, para sentarse nuevamente en su silla y colocar en su regazo una de sus guitarras “steel”. El escenario permanecía en total oscuridad con la única iluminación de un foco centrado sobre la posición que ocupaban Ben Harper y su silla, cuando dio comienzo el estremecedor tema instrumental “Paris Sunrse #7”. Éste se prolongó muchos más minutos que el registrado en el álbum y, al igual que el tema original, fue concatenado con “Lifeline”, la canción que da título al último álbum de Harper. Durante la interpretación de estos dos temas fusionados en uno, el público asistente guardó un silencio sepulcral, llegando algunos a hacer callar a las voces aisladas que podían oírse, como si en un ritual religioso ininterrumpible nos encontrásemos. Lo que pasó después me lo han contado y lo he leído pero no lo pude ver porque, después de mi experiencia con el transporte público de Barcelona tras el concierto de Lenny Kravitz hacía dos días, preferí abandonar el recinto a las 23:47 h. y poder coger el último metro, antes que volverme a quedar en la puta calle durante largas horas esperando un taxi. Triste, pero Barcelona es así.
Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma. Más que tormenta fue un huracán lo que el martes día 8 de Julio pasó por el Pavelló Olimpic de Badalona con el concierto de Lenny Kravitz y, dos días más tarde, era Ben Harper con sus Innocent Criminals el que se subía a las tablas de la cancha de “La Penya” para promocionar en directo su último álbum de título “Lifeline”. El rock, el funky y el soul de Lenny Kravitz dejaba paso al folk-rock de Ben Harper con tan sólo 48 horas de diferencia, y la verdad es que muy poco tuvieron que ver ambos espectáculos a excepción de que nuevamente se volvía a organizar en víspera de día laborable.
Los encargados de abrir el show fueron los murcianos M-Clan, unos más que dignos teloneros que consiguieron hacer botar al público de Badalona a pesar del agobiante calor del pabellón. No pude disfrutar del “set” completo de M-Clan debido a mi retraso en la entrada al recinto, pero durante el tiempo que los vi tuve la extraña sensación de estar viendo a la banda de rock que fueron hace cosa de cinco años en lugar de a los M-Clan del siglo XXI, más próximos al pop comercial que al rock. Algo difícil de comprender lo de estos tíos.
Sobre las 21:30 h., con una puntualidad exquisita, uno a uno y de forma escalonada, fueron subiendo al escenario todos los componentes de The Innocent Criminals hasta que, en último lugar, apareció un Ben Harper vestido con camisa de leñador abrochada hasta el cuello, pantalones vaqueros y... ¡gorro de esquí!... Algo alucinante dado que estábamos en Julio y el Pavelló Olímpic de Badalona parecía la cocina del infierno. Inmediatamente después, Ben Harper empuñaba su Gibson Les Paul color crema y comenzaba el concierto con los aires reggae de “Jah work”. Este sería el único tema de toda la noche durante el cual el californiano utilizaría la guitarra eléctrica. Para el resto de canciones hizo uso de una guitarra acústica y de sus ya míticas guitarras “steel”. Puede parecer un detalle sin importancia pero fue un claro reflejo de que Ben Harper venía más en son de paz que con ganas de hipnotizarnos con un concierto eléctrico y psicodélico como los que ofreció durante de su anterior gira. Escuchando “Lifeline” uno ya se da cuenta de la esencia acústica y relajada que éste desprende, así que el concierto no iba a ser más que una prolongación al directo de esta faceta de Harper.
La actuación prosiguió con un “set” compuesto por algunos temas de sus anteriores discos como “Excuse me Mr.” o “Waiting for you”, y otros de “Lifeline” como “Fight outta you” o “In the colors”. El público respondía a cada una de las piezas con total emoción y entrega, independientemente de la intensidad de estas, e incluso hizo soltar una carcajada a Ben Harper con los típicos cánticos futboleros de "Oé, oé oé oé". A continuación, por primera vez en toda la noche, los técnicos sacaban a la parte frontal del escenario la clásica silla cubierta con un tapiz en la que Ben Harper suele sentarse para interpretar los temas que requieren del sonido de su guitarra “steel”. “Use me”, “Gold to me”, “Welcome to the cruel world”, “Diamonds on the inside” y “Whiping boy” fueron las canciones que compusieron este bloque. Sin duda alguna son grandes temas y fue una gran interpretación con una brillante ejecución, pero quizás estos sean más propios para ser llevados al directo en un recital celebrado en un teatro y no en un concierto celebrado en un pabellón deportivo abarrotado con 8.000 personas, muchas de ellas de pie en la pista. La cuestión es que muchos de los allí presentes nos quedamos un poco fríos en esta parte del espectáculo.
Después de este momento místico llegó la parte más divertida del concierto con la puesta en escena de “Forgiven”, un “Burn one down” iniciado con la maestría en los bongos del minúsculo Leon Mobley, el funky “Black rain” durante el cual Ben Harper deambuló por el escenario tocando todo tipo de instrumentos de percusión y donde el bajista Juan Nelson hizo una verdadera demostración de lo que significa tocar el bajo, y para terminar, el tema pseudohindú “Better way”, ideal para despedirse del público de Badalona de forma apoteósica. Como se puede observar, himnos como “Sexual healing”, “Faded” o “Waiting on an angel” no hicieron acto de presencia en el repertorio del concierto, sólo Ben Harper sabe porqué.
Pero aún quedaba más. Tras unos instantes de descanso, Harper volvía al escenario, en esta ocasión él solo, para sentarse nuevamente en su silla y colocar en su regazo una de sus guitarras “steel”. El escenario permanecía en total oscuridad con la única iluminación de un foco centrado sobre la posición que ocupaban Ben Harper y su silla, cuando dio comienzo el estremecedor tema instrumental “Paris Sunrse #7”. Éste se prolongó muchos más minutos que el registrado en el álbum y, al igual que el tema original, fue concatenado con “Lifeline”, la canción que da título al último álbum de Harper. Durante la interpretación de estos dos temas fusionados en uno, el público asistente guardó un silencio sepulcral, llegando algunos a hacer callar a las voces aisladas que podían oírse, como si en un ritual religioso ininterrumpible nos encontrásemos. Lo que pasó después me lo han contado y lo he leído pero no lo pude ver porque, después de mi experiencia con el transporte público de Barcelona tras el concierto de Lenny Kravitz hacía dos días, preferí abandonar el recinto a las 23:47 h. y poder coger el último metro, antes que volverme a quedar en la puta calle durante largas horas esperando un taxi. Triste, pero Barcelona es así.
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