David Gilmour, como bien indica la enorme pegatina circular que viene pegada en la portada de este disco, es la voz y guitarra de la mítica aunque desaparecida banda londinense Pink Floyd. David Gilmour y Roger Waters, los dos líderes del ya extinto grupo, no se cansan de confirmar que Pink Floyd no volverán a juntarse nunca más; que su histórica reunión en Londres el pasado 2 de Julio del 2005 durante el festival Live 8, no fue más que una anécdota motivada por el fin benéfico del festival en cuestión. Lo que parece estar claro es que, tanto uno como el otro, no le hacen ascos al hecho de utilizar el nombre de la banda que les hizo mundialmente conocidos ni al de aprovecharse de la enorme repercusión que tuvo dicha reunión, con tal promocionar sus proyectos en solitario. Mientras Roger Waters se está recorriendo el mundo entero interpretando en directo el álbum “Dark side of the moon” (grabado hace 33 años ya); David Gilmour, actual propietario de los derechos y nombre del grupo, se presenta como “The voice and guitar of Pink Floyd” en este “On an island”. ¿Oportunistas?... quizás, pero teniendo en cuenta que individualmente jamás han logrado ni acercarse a lo que hicieron juntos, es comprensible esa necesidad de recordar a todas horas y a todo el mundo lo que hace tiempo fueron, para así hacer llegar sus discos en solitario al público y atraer a la gente a sus conciertos. En esta ocasión dejaremos al margen al señor Roger Waters (del que hablaremos más adelante) y nos centraremos en “On an island”, el nuevo trabajo en solitario de “The voice and guitar of Pink Floyd”, o sea, David Gilmour.
“On an island”, como no podía ser de otra forma tratándose de un álbum firmado por David Gilmour, es un disco en el que se han creado y trabajado cuidadosamente los ambientes sonoros y los paisajes musicales como en su día ya hiciera con Pink Floyd. La mayor parte de los temas tienen un fondo melancólico, incluso en ciertos momentos triste, y en todos ellos la guitarra eléctrica adquiere el papel protagonista, eso sí, compartido con el de las guitarras acústicas, los teclados y los sonidos sintetizados. Escuchándolo resulta inevitable acordarse de “A momentary lapse of reason” y de “The division bell”, los dos últimos discos de estudio de Pink Floyd, ya sin Roger Waters.
La voz susurrante y los profundos solos de guitarra siguen conservando esa seña de identidad tan particular y característica de David Gilmour, aun llevando éste más de 12 años sin pasar por un estudio de grabación. No ocurre lo mismo con el espíritu de las canciones de este disco. Los temas están cargados de emoción y sentimiento, pero están totalmente carentes de fuerza. Es un disco ideal para ser escuchado en determinados estados de ánimo, aunque no es para nada aconsejable escucharlo en según que otros a menos que lo que se desee sea cambiar de un estado al completamente opuesto. Pero claro, no se puede obviar que “On an island” es un disco grabado por un señor de 60 años con todo lo que eso supone (sí, ya sé que hay unas cuantas excepciones). Al margen de composición, guitarra y voz, en "On an island" David Gilmour también se atreve con el banjo e incluso con el saxofón en el tema “Red sky and night”.
A pesar de ser un álbum de Gilmour en estado puro, en este trabajo no está solo ya que cuenta con algunas interesantes colaboraciones. De entre todas ellas podría destacarse la de su esposa Polly Samson escribiendo la mayor parte de los temas y cantando en alguno de ellos; la de la orquesta sinfónica dirigida por Zbigniew Preisner, presente en “Castellorizon”, el tema que abre el disco; la del que fuera teclista de Pink Floyd, Rick Wright, tocando el teclado en “On an island”, en el segundo corte del disco; o la de Graham Nash y David Crosby haciendo los coros también en el tema “On an island”. Además, hay que hacer especial mención a la participación de Chris Thomas y Phil Manzanera en las labores de producción junto al propio Gilmour.
“On an island” es un disco correcto, algo alejado del notable pero bastante aceptable. Aunque las comparaciones sean odiosas, me veo en la obligación de decir que el que busque un bálsamo anti nostalgia Pink Floydiana, quizás aquí no lo encuentre del todo o sólo lo encuentre a medias. Como suele ocurrir en la mayoría trabajos en solitario de los componentes de tantas otras bandas disueltas.
“On an island”, como no podía ser de otra forma tratándose de un álbum firmado por David Gilmour, es un disco en el que se han creado y trabajado cuidadosamente los ambientes sonoros y los paisajes musicales como en su día ya hiciera con Pink Floyd. La mayor parte de los temas tienen un fondo melancólico, incluso en ciertos momentos triste, y en todos ellos la guitarra eléctrica adquiere el papel protagonista, eso sí, compartido con el de las guitarras acústicas, los teclados y los sonidos sintetizados. Escuchándolo resulta inevitable acordarse de “A momentary lapse of reason” y de “The division bell”, los dos últimos discos de estudio de Pink Floyd, ya sin Roger Waters.
La voz susurrante y los profundos solos de guitarra siguen conservando esa seña de identidad tan particular y característica de David Gilmour, aun llevando éste más de 12 años sin pasar por un estudio de grabación. No ocurre lo mismo con el espíritu de las canciones de este disco. Los temas están cargados de emoción y sentimiento, pero están totalmente carentes de fuerza. Es un disco ideal para ser escuchado en determinados estados de ánimo, aunque no es para nada aconsejable escucharlo en según que otros a menos que lo que se desee sea cambiar de un estado al completamente opuesto. Pero claro, no se puede obviar que “On an island” es un disco grabado por un señor de 60 años con todo lo que eso supone (sí, ya sé que hay unas cuantas excepciones). Al margen de composición, guitarra y voz, en "On an island" David Gilmour también se atreve con el banjo e incluso con el saxofón en el tema “Red sky and night”.
A pesar de ser un álbum de Gilmour en estado puro, en este trabajo no está solo ya que cuenta con algunas interesantes colaboraciones. De entre todas ellas podría destacarse la de su esposa Polly Samson escribiendo la mayor parte de los temas y cantando en alguno de ellos; la de la orquesta sinfónica dirigida por Zbigniew Preisner, presente en “Castellorizon”, el tema que abre el disco; la del que fuera teclista de Pink Floyd, Rick Wright, tocando el teclado en “On an island”, en el segundo corte del disco; o la de Graham Nash y David Crosby haciendo los coros también en el tema “On an island”. Además, hay que hacer especial mención a la participación de Chris Thomas y Phil Manzanera en las labores de producción junto al propio Gilmour.
“On an island” es un disco correcto, algo alejado del notable pero bastante aceptable. Aunque las comparaciones sean odiosas, me veo en la obligación de decir que el que busque un bálsamo anti nostalgia Pink Floydiana, quizás aquí no lo encuentre del todo o sólo lo encuentre a medias. Como suele ocurrir en la mayoría trabajos en solitario de los componentes de tantas otras bandas disueltas.
1 comentario:
Me gusta el tema introductorio CASTELLORIZON (me ha soplado Eleftheria Arvanitakis, que es una isla griega) cuando al final aparece la guitarra de Gilmour para dar paso a ON AN ISLAND y comienza su voz inconfundible; esto tiene buena pinta. Destacaría también el instrumental RED SKY AT NIGHT y también el blusero THIS HEAVEN. Echo de menos algún tema con algo más de garra que TAKE A BREATH, y echo de menos también un estribillo melodioso que enganche...
Un disco demasiado intimista, con atmósferas típicas floydianas.
Hasta la próxima!(Sr.Chinarro)
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