Buenas noticias. Parece ser que Aerosmith han sentado la cabeza y vuelven al redil del rock & roll clásico que tan bien han sabido hacer durante toda su carrera y con el que a tantas bandas han influido a lo largo de la historia. Desde la publicación de “Get a grip”, allá por 1994, hacía muchos años que no se podía nombrar a Aerosmith en círculos hard rockeros sin que esto fuera motivo de sonrojo. Quizás en todos estos años los de Boston hayan contado con las tías más buenas de Norte América para el reparto de los videoclips de sus baladas. Quizás hayan asistido a más desfiles de moda y estrenos de Hollywood que en toda su vida. Quizás hayan sido los protagonistas de la cadena musical MTV y hayan ido a todas las ceremonias de entrega de premios habidas y por haber, dejándose retratar con toda clase de personajes y personajillos del mundo de la música. Lo que está claro es que musicalmente no han dejado de hacer el ridículo, llegando a conseguir que muchos de sus antiguos seguidores dejaran de serlo.
Podría decirse que “Honkin’ on bobo” es un intento de reconciliación por parte de Aerosmith con el rock & roll y, por extensión, con sus seguidores de toda la vida, y digo intento porque este álbum no es otra cosa que un disco de versiones de clásicos del blues, por lo tanto habrá que esperar un poco más y ver qué hacen en el momento en que tengan que encerrarse en el estudio para componer y grabar sus propios temas.
Soy de la opinión que todos los grupos con una carrera musical lo suficientemente amplia como para no tener que preocuparse por aparecer en los rankings de ventas, en algún momento deberían hacer un disco de versiones de sus máximas influencias. No sólo porque siempre está bien rendir tributo a aquellos músicos gracias a los cuales uno es lo que es, sino también porque es una forma de darlos a conocer a sus seguidores más jóvenes. En este caso Aerosmith no homenajean a ningún músico en particular sino a un género musical tan importante para el origen y evolución de lo que hoy entendemos por rock, como es el blues.
Por “Honkin’ on bobo” desfilan temas clásicos de músicos como Muddy Waters, Fred McDowell, Little Walter o Peter Green, todos ellos interpretados con el particular sonido de Aerosmith. Steven Tyler ya puede cumplir los años que quiera que, a diferencia de otros vocalistas más jóvenes que él, no ha perdido ni una gota de su potencia, de su garra ni de su personalidad frente al micrófono. En cuanto a Joe Perry, parece como si sus tratamientos de rejuvenecimiento facial y de estiramiento de careto también se hubieran prolongado hasta los dedos de sus manos porque sigue conservando ese estilo en las seis cuerdas con el que tan buenos temas ha facturado a lo largo de su carrera. Si bien es cierto que Dios no le ha llamado por el camino de la interpretación vocal, los dos temas que canta Perry en este disco son más que aceptables. Además de los rasgos más característicos de Aerosmith como son la guitarra y la voz, en este disco tiene una gran importancia el sonido de la armónica, imprescindible en cualquier blues que se precie. Tanto es así que es una armónica la que preside la portada del disco y en algunas ediciones de coleccionista incluso se regalaba una armónica en miniatura en forma de llavero.
“Honkin’ on bobo” son tres cuartos de hora de buena música repartidos en doce cortes de los cuales no sobra ninguno. Es posible que el disco se haga un poco corto de duración, pero como lo importante no es la cantidad sino la calidad, siempre es mejor quedarse con las ganas de volver a escucharlo de nuevo que no tener que pasar alguna pista antes de que ésta acabe. En resumidas cuentas, “Honkin’ on bobo” es un más que merecido homenaje al blues, de una de las bandas más importantes de la historia del rock.
Como dice el siempre útil refranero popular español, “nunca es tarde si la dicha es buena”, y si “Honkin’ on bobo” ha de ser el disco que devuelva la dignidad musical a Aerosmith y va a suponer el retorno al buen camino del que nunca deberían haberse alejado, pues bienvenido sea, pero no nos precipitemos y esperemos a la publicación de nuevo material discográfico propio antes de hacernos ilusiones. Dios quiera que no tengamos que ponernos las manos en la cabeza de nuevo.
Podría decirse que “Honkin’ on bobo” es un intento de reconciliación por parte de Aerosmith con el rock & roll y, por extensión, con sus seguidores de toda la vida, y digo intento porque este álbum no es otra cosa que un disco de versiones de clásicos del blues, por lo tanto habrá que esperar un poco más y ver qué hacen en el momento en que tengan que encerrarse en el estudio para componer y grabar sus propios temas.
Soy de la opinión que todos los grupos con una carrera musical lo suficientemente amplia como para no tener que preocuparse por aparecer en los rankings de ventas, en algún momento deberían hacer un disco de versiones de sus máximas influencias. No sólo porque siempre está bien rendir tributo a aquellos músicos gracias a los cuales uno es lo que es, sino también porque es una forma de darlos a conocer a sus seguidores más jóvenes. En este caso Aerosmith no homenajean a ningún músico en particular sino a un género musical tan importante para el origen y evolución de lo que hoy entendemos por rock, como es el blues.
Por “Honkin’ on bobo” desfilan temas clásicos de músicos como Muddy Waters, Fred McDowell, Little Walter o Peter Green, todos ellos interpretados con el particular sonido de Aerosmith. Steven Tyler ya puede cumplir los años que quiera que, a diferencia de otros vocalistas más jóvenes que él, no ha perdido ni una gota de su potencia, de su garra ni de su personalidad frente al micrófono. En cuanto a Joe Perry, parece como si sus tratamientos de rejuvenecimiento facial y de estiramiento de careto también se hubieran prolongado hasta los dedos de sus manos porque sigue conservando ese estilo en las seis cuerdas con el que tan buenos temas ha facturado a lo largo de su carrera. Si bien es cierto que Dios no le ha llamado por el camino de la interpretación vocal, los dos temas que canta Perry en este disco son más que aceptables. Además de los rasgos más característicos de Aerosmith como son la guitarra y la voz, en este disco tiene una gran importancia el sonido de la armónica, imprescindible en cualquier blues que se precie. Tanto es así que es una armónica la que preside la portada del disco y en algunas ediciones de coleccionista incluso se regalaba una armónica en miniatura en forma de llavero.
“Honkin’ on bobo” son tres cuartos de hora de buena música repartidos en doce cortes de los cuales no sobra ninguno. Es posible que el disco se haga un poco corto de duración, pero como lo importante no es la cantidad sino la calidad, siempre es mejor quedarse con las ganas de volver a escucharlo de nuevo que no tener que pasar alguna pista antes de que ésta acabe. En resumidas cuentas, “Honkin’ on bobo” es un más que merecido homenaje al blues, de una de las bandas más importantes de la historia del rock.
Como dice el siempre útil refranero popular español, “nunca es tarde si la dicha es buena”, y si “Honkin’ on bobo” ha de ser el disco que devuelva la dignidad musical a Aerosmith y va a suponer el retorno al buen camino del que nunca deberían haberse alejado, pues bienvenido sea, pero no nos precipitemos y esperemos a la publicación de nuevo material discográfico propio antes de hacernos ilusiones. Dios quiera que no tengamos que ponernos las manos en la cabeza de nuevo.
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