Pink Floyd, una banda disuelta hace más de 10 años, están de moda. No cabe duda que su aparición estelar en el festival Live 8 en julio de 2005 ha tenido mucho que ver en este asunto. A raíz de aquel evento, David Gilmour y Roger Waters han salido de sus letargos y actualmente se encuentran en plena actividad musical con discos y giras multitudinarias en solitario. Si a esto le sumamos el reciente fallecimiento de Syd Barrett, miembro fundador y primer líder estilístico y musical de la banda, obtenemos como resultado la situación actual: conciertos de bandas tributo a todas horas, fiestas homenaje al grupo y a Syd Barrett a porrillo, infinidad de publicaciones de libros biográficos y revistas especiales con diferente grado de interés para los fans de la banda londinense, y reediciones de material audiovisual remasterizado a punta de pala.
Uno de los últimos ejemplos de esta neo-fiebre Pink Floydiana ha sido la edición de P.U.L.S.E., un doble DVD en directo fruto de la digitalización y lavado de cara de las grabaciones realizadas en el Earl’s Count de Londres el día 20 de octubre de 1994 durante la gira de presentación del álbum “The division bell”. El concierto se presenta en un digipack de cartón con portada del eterno diseñador gráfico Storm Thorgenson, en el interior del cual, además de los dos DVD’s y de un libreto con fotos y track list del show, sorprendentemente nos encontramos con una postal promocional de “On an island”, el último disco en solitario de David Gilmour (la voz y guitarra de Pink Floyd como bien se indica por si alguien todavía no lo sabía). Pero bueno, dejemos al margen el embase y centrémonos en el contenido.
A pesar de lo espectacular del evento por el despliegue de medios, por el mastodóntico escenario, por el derroche de energía eléctrica con focos, rayos láser y demás, y por la meticulosa puesta en escena de todos los temas (tanto es así que en ocasiones no parece ni directo), a mí personalmente el DVD me transmite más bien poco. En primer lugar porque se me erizan los pelos de la nuca al llamar Pink Floyd a un grupo en el que no está Roger Waters en sus filas. Es probable que el oxigenado bajista que lo sustituye sea un fiera con las cuatro cuerdas y que musicalmente no se note la ausencia de bueno de Roger, pero evidentemente no es lo mismo. En segundo lugar, porque la actitud del grupo sobre el escenario es fría, seca, prácticamente pasiva, como si estuvieran de vuelta de todo. El simple hecho de que cuenten con un segundo batería, un segundo teclista, un segundo guitarrista y una sección de coros y vientos, hace que los propios David Gilmour, Rick Wright y Nick Mason parezcan tres músicos más dentro de una gran orquesta. Ni siquiera David Gilmour es el encargado de hacer todos los solos de guitarra del concierto. Parece como si las luces y los efectos visuales fueran los protagonistas de la actuación en lugar de ser los propios músicos, llegando a haber más planos alejados del escenario que primeros planos de Rick Wright o de Nick Mason.
Pero como siempre hay que sacar algo positivo de las cosas, y más cuando estas te cuestan 20 Euros, he de reconocer que, si bien los temas de “The division bell” son infumables y provocan somnolencia, todos los clásicos de la banda como “Shine on your crazy diamond”, “Confortably numb”, “Wish you were here”, “Another brick in the wall (Part II)” o “Run like hell”, y la interpretación completa del álbum “Dark side of the moon”, siempre son dignos de ser vistos y escuchados en directo por muy viejos que estén los Floyd. Sólo por esto ya vale la pena la adquisición de este DVD aunque, no nos engañemos, en absoluto tiene algo que ver con aquellos conciertos de los años 70 donde los cuatro músicos se bastaban y se sobraban para ponerte la piel de gallina interpretando temas como “Echoes”, “Astronomy Domine”, “Set the controls for the heart of the sun”, “A saucerful of secrets” o “Cymbaline” por poner sólo unos ejemplos. Pero de esos conciertos ya hablare en otros artículos porque también han sido reeditados en DVD.
Uno de los últimos ejemplos de esta neo-fiebre Pink Floydiana ha sido la edición de P.U.L.S.E., un doble DVD en directo fruto de la digitalización y lavado de cara de las grabaciones realizadas en el Earl’s Count de Londres el día 20 de octubre de 1994 durante la gira de presentación del álbum “The division bell”. El concierto se presenta en un digipack de cartón con portada del eterno diseñador gráfico Storm Thorgenson, en el interior del cual, además de los dos DVD’s y de un libreto con fotos y track list del show, sorprendentemente nos encontramos con una postal promocional de “On an island”, el último disco en solitario de David Gilmour (la voz y guitarra de Pink Floyd como bien se indica por si alguien todavía no lo sabía). Pero bueno, dejemos al margen el embase y centrémonos en el contenido.
A pesar de lo espectacular del evento por el despliegue de medios, por el mastodóntico escenario, por el derroche de energía eléctrica con focos, rayos láser y demás, y por la meticulosa puesta en escena de todos los temas (tanto es así que en ocasiones no parece ni directo), a mí personalmente el DVD me transmite más bien poco. En primer lugar porque se me erizan los pelos de la nuca al llamar Pink Floyd a un grupo en el que no está Roger Waters en sus filas. Es probable que el oxigenado bajista que lo sustituye sea un fiera con las cuatro cuerdas y que musicalmente no se note la ausencia de bueno de Roger, pero evidentemente no es lo mismo. En segundo lugar, porque la actitud del grupo sobre el escenario es fría, seca, prácticamente pasiva, como si estuvieran de vuelta de todo. El simple hecho de que cuenten con un segundo batería, un segundo teclista, un segundo guitarrista y una sección de coros y vientos, hace que los propios David Gilmour, Rick Wright y Nick Mason parezcan tres músicos más dentro de una gran orquesta. Ni siquiera David Gilmour es el encargado de hacer todos los solos de guitarra del concierto. Parece como si las luces y los efectos visuales fueran los protagonistas de la actuación en lugar de ser los propios músicos, llegando a haber más planos alejados del escenario que primeros planos de Rick Wright o de Nick Mason.
Pero como siempre hay que sacar algo positivo de las cosas, y más cuando estas te cuestan 20 Euros, he de reconocer que, si bien los temas de “The division bell” son infumables y provocan somnolencia, todos los clásicos de la banda como “Shine on your crazy diamond”, “Confortably numb”, “Wish you were here”, “Another brick in the wall (Part II)” o “Run like hell”, y la interpretación completa del álbum “Dark side of the moon”, siempre son dignos de ser vistos y escuchados en directo por muy viejos que estén los Floyd. Sólo por esto ya vale la pena la adquisición de este DVD aunque, no nos engañemos, en absoluto tiene algo que ver con aquellos conciertos de los años 70 donde los cuatro músicos se bastaban y se sobraban para ponerte la piel de gallina interpretando temas como “Echoes”, “Astronomy Domine”, “Set the controls for the heart of the sun”, “A saucerful of secrets” o “Cymbaline” por poner sólo unos ejemplos. Pero de esos conciertos ya hablare en otros artículos porque también han sido reeditados en DVD.
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