Tras la gira “Senda ’91–‘92”, Héroes del Silencio se tomaron unas merecidas vacaciones durante las cuales Enrique Bunbury y Joaquín Cardiel, acompañados de Copi (un pianista zaragozano y amigo de la banda), aprovecharon para viajar a Asia y visitar países como la India o Nepal. Este viaje infuiría sustancialmente en el que iba a ser el nuevo trabajo discográfico de Héroes del Silencio, tanto por la temática de alguna de las canciones, como por la utilización de determinados sonidos orientales, como por la estética que les iba a acompañar durante los años siguientes.
Durante los primeros meses de 1993 el grupo se desplaza a los estudios Galery de Londres para iniciar el proceso de composición y grabación de su tercer disco, siendo ésta la primera vez que el grupo se metía en un estudio sin apenas tener temas nuevos. En dos semanas, y con un ritmo de trabajo frenético en ocasiones propiciado por el consumo de ciertas sustancias psicotrópicas, fueron compuestas y grabadas todas las canciones que iban a formar parte del nuevo álbum de Héroes del Silencio. Inmediatamente después, de igual forma que ocurriera con “Senderos de traición”, se mezclaron los temas en los estudios Metropolis de Londres, contando nuevamente con Phil Manzanera en las labores de producción. En esta ocasión Phil Manzanera dejó trabajar al grupo con mucha más libertad, orientándoles mucho menos que durante la grabación de “Senderos de traición”. A esas alturas Héroes del Silencio ya era un grupo consagrado, con mucha personalidad y con las ideas mucho más claras que en el año 1991, y Phil no quiso interferir en sus decisiones.
En el mes de junio de ese mismo año salió a la venta el tercer álbum de estudio de Héroes del Silencio bajo el nombre de “El espíritu del vino”, un disco que acabaría por confirmar la hegemonía de Héroes del Silencio en los mercados discográficos español y europeo, y que abriría definitivamente las puertas de América a la banda aragonesa.
“El espíritu del vino” es el disco de estudio más extenso y complejo de la carrera de Héroes del Silencio. Fue publicado como un doble LP de dieciséis canciones, dentro de las cuales se encuentran algunos clásicos del grupo como “Nuestros nombres”, “La herida”, “La sirena varada”, “Flor de loto”, “El camino del exceso” o “Bendecida” entre muchos otros. Además de los temas con cara y ojos, en "El espíritu del vino" también hay espacio para algunas rarezas como “Z” y “El refugio interior”, dos piezas instrumentales que sirven para el lucimiento individual de Juan Valdivia y Pedro Andreu respectivamente; “Bendecida 2”, un verso recitado por Enrique Bunbury que sirve como introducción de "Bendecida"; y “La alacena”, un tema cuya única instrumentación es la del piano de Copi acompañado por una orquesta de cuerdas.
Como ya ocurriera entre “El mar no cesa” y “Senderos de traición”, con “El espíritu del vino” el estilo musical de Héroes del Silencio volvió a dar otro giro de tuerca más, dejando de sonar a grupo de rock español para pasar a sonar a grupo de rock a secas. En esta ocasión la voz de Enrique mantuvo su gravedad pero las letras se volvieron mucho más poéticas. En ellas son fáciles de ver las influencias de la cultura y filosofía oriental, en las cuales Enrique se adentra a través de los viajes y la lectura, mezcladas con la temática poco explícita de drogas, sexo, amor, dolor e incertidumbre de toda la vida. En cuanto al sonido, en este disco Juan Valdivia endurece mucho más su estilo e introduce en las canciones una gran cantidad de líneas de guitarra de todo tipo. A pesar de que Héroes del Silencio siempre huyeron de la hiperproducción buscando la inmediatez en sus grabaciones por considerarse ellos mismos una banda de directo, “El espíritu del vino” acabó siendo todo lo contrario, un disco plagado de efectos sonoros, sonidos ambientales, orientales y de toda índole, con infinitas guitarras (hasta Phil Manzanera incluyó alguna de las suyas), con dobles y triples voces en los coros, y con la utilización del piano y de la armónica en algunas canciones por primera vez en la historia del grupo.
Por lo que respecta a la presentación gráfica del disco, ésta sería la culminación de la estética iniciada con Senda ‘91. El encargado de llevarla a cabo fue nuevamente el diseñador gráfico Pedro Delgado y su estilo impregnaría la imagen global de la banda durante los siguientes dos años. Nuevamente se jugó con el simbolismo y los enigmas, siéndole otorgado a cada tema del álbum un icono descriptivo. Además de lo puramente estético, dentro del libreto se incluyeron por primera vez las letras de las canciones tanto en castellano como en inglés, lo cual demuestra la gran proyección internacional de la banda.
Al margen de los medios disponibles y de la ilusión puesta en su grabación, es posible que “El espíritu del vino” no acabara siendo un disco perfecto debido a algunos errores cometidos durante su composición, grabación y producción, errores quizás motivados por el cansancio físico y mental acumulado por el grupo en aquel momento y por las consecuencias de los excesos realizados durante su anterior gira. Es posible que la duración de las canciones y del disco en general no sean las adecuadas. Es posible que el poco consenso entre los miembros del grupo a la hora de componer los temas provocara una clara heterogeneidad entre todos ellos. Es posible que la producción sea muy mejorable. Aún con todo, “El espíritu del vino” es considerado por muchos el mejor disco de Héroes del Silencio y seguramente se merezca el honor de ser catalogado como uno de los mejores trabajos discográficos de la historia del rock español.
Durante los primeros meses de 1993 el grupo se desplaza a los estudios Galery de Londres para iniciar el proceso de composición y grabación de su tercer disco, siendo ésta la primera vez que el grupo se metía en un estudio sin apenas tener temas nuevos. En dos semanas, y con un ritmo de trabajo frenético en ocasiones propiciado por el consumo de ciertas sustancias psicotrópicas, fueron compuestas y grabadas todas las canciones que iban a formar parte del nuevo álbum de Héroes del Silencio. Inmediatamente después, de igual forma que ocurriera con “Senderos de traición”, se mezclaron los temas en los estudios Metropolis de Londres, contando nuevamente con Phil Manzanera en las labores de producción. En esta ocasión Phil Manzanera dejó trabajar al grupo con mucha más libertad, orientándoles mucho menos que durante la grabación de “Senderos de traición”. A esas alturas Héroes del Silencio ya era un grupo consagrado, con mucha personalidad y con las ideas mucho más claras que en el año 1991, y Phil no quiso interferir en sus decisiones.
En el mes de junio de ese mismo año salió a la venta el tercer álbum de estudio de Héroes del Silencio bajo el nombre de “El espíritu del vino”, un disco que acabaría por confirmar la hegemonía de Héroes del Silencio en los mercados discográficos español y europeo, y que abriría definitivamente las puertas de América a la banda aragonesa.
“El espíritu del vino” es el disco de estudio más extenso y complejo de la carrera de Héroes del Silencio. Fue publicado como un doble LP de dieciséis canciones, dentro de las cuales se encuentran algunos clásicos del grupo como “Nuestros nombres”, “La herida”, “La sirena varada”, “Flor de loto”, “El camino del exceso” o “Bendecida” entre muchos otros. Además de los temas con cara y ojos, en "El espíritu del vino" también hay espacio para algunas rarezas como “Z” y “El refugio interior”, dos piezas instrumentales que sirven para el lucimiento individual de Juan Valdivia y Pedro Andreu respectivamente; “Bendecida 2”, un verso recitado por Enrique Bunbury que sirve como introducción de "Bendecida"; y “La alacena”, un tema cuya única instrumentación es la del piano de Copi acompañado por una orquesta de cuerdas.
Como ya ocurriera entre “El mar no cesa” y “Senderos de traición”, con “El espíritu del vino” el estilo musical de Héroes del Silencio volvió a dar otro giro de tuerca más, dejando de sonar a grupo de rock español para pasar a sonar a grupo de rock a secas. En esta ocasión la voz de Enrique mantuvo su gravedad pero las letras se volvieron mucho más poéticas. En ellas son fáciles de ver las influencias de la cultura y filosofía oriental, en las cuales Enrique se adentra a través de los viajes y la lectura, mezcladas con la temática poco explícita de drogas, sexo, amor, dolor e incertidumbre de toda la vida. En cuanto al sonido, en este disco Juan Valdivia endurece mucho más su estilo e introduce en las canciones una gran cantidad de líneas de guitarra de todo tipo. A pesar de que Héroes del Silencio siempre huyeron de la hiperproducción buscando la inmediatez en sus grabaciones por considerarse ellos mismos una banda de directo, “El espíritu del vino” acabó siendo todo lo contrario, un disco plagado de efectos sonoros, sonidos ambientales, orientales y de toda índole, con infinitas guitarras (hasta Phil Manzanera incluyó alguna de las suyas), con dobles y triples voces en los coros, y con la utilización del piano y de la armónica en algunas canciones por primera vez en la historia del grupo.
Por lo que respecta a la presentación gráfica del disco, ésta sería la culminación de la estética iniciada con Senda ‘91. El encargado de llevarla a cabo fue nuevamente el diseñador gráfico Pedro Delgado y su estilo impregnaría la imagen global de la banda durante los siguientes dos años. Nuevamente se jugó con el simbolismo y los enigmas, siéndole otorgado a cada tema del álbum un icono descriptivo. Además de lo puramente estético, dentro del libreto se incluyeron por primera vez las letras de las canciones tanto en castellano como en inglés, lo cual demuestra la gran proyección internacional de la banda.
Al margen de los medios disponibles y de la ilusión puesta en su grabación, es posible que “El espíritu del vino” no acabara siendo un disco perfecto debido a algunos errores cometidos durante su composición, grabación y producción, errores quizás motivados por el cansancio físico y mental acumulado por el grupo en aquel momento y por las consecuencias de los excesos realizados durante su anterior gira. Es posible que la duración de las canciones y del disco en general no sean las adecuadas. Es posible que el poco consenso entre los miembros del grupo a la hora de componer los temas provocara una clara heterogeneidad entre todos ellos. Es posible que la producción sea muy mejorable. Aún con todo, “El espíritu del vino” es considerado por muchos el mejor disco de Héroes del Silencio y seguramente se merezca el honor de ser catalogado como uno de los mejores trabajos discográficos de la historia del rock español.
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