La primera vez que mi amiga Cris me hizo escuchar una canción de esta chica, enseguida me vino a la cabeza la imagen de una diva afroamericana de voluptuosa figura a lo Gloria Gaynor o Donna Summer. Nada más lejos de la realidad. Amy Winehouse es una cantante blanca británica que se hizo más famosa por su anoréxica figura tatuada hasta el último rincón y por su politoxicomanía (con imágenes de cámara oculta fumando crack incluidas) que por ser la magnífica artista que es. Aproximadamente un año después de la edición de este “Back to black”, Amy fue galardonada con cinco premios Grammy (los cuales no pudo recoger al estarle prohibida la entrada a los Estados Unidos por tener asuntos pendientes con la justicia americana) y afortunadamente ya se empieza a hablar de ella, no sólo como una especie de Pete Doherty versión femenina, sino como una de las mejores voces femeninas del panorama musical internacional. Pero como ya he dicho en repetidas ocasiones que lo único importante de todo lo que rodea a un artista es su arte, dejemos la vida personal y la faceta más bizarra de esta historia para los medios de comunicación sensacionalistas y centrémonos en “Back to black”.
“Back to black” podría definirse como una colección de canciones de música negra de todos los estilos interpretadas por una cantante blanca. En él nos encontramos con temas funky, soul, jazz, reggae o hasta hip-hop, todo ello interpretado con una voz grave, profunda y virtuosa, más propia de las cantantes negras de antaño como Nina Simone que de una joven londinense de veinticuatro años de edad. Salvo algunas excepciones como el archiconocido y politonizado tema “Rehab”, la práctica totalidad de las canciones que componen el disco tienen un clarísimo aire decadente, melancólico y derrotista, del todo comprensible conociendo la perturbada vida de la artista.
Por lo que respecta a la producción, ésta tiene un toque entre antiguo y moderno que la hace verdaderamente original. Tan pronto podemos estar escuchando temas como “Me and Mr. Jones” al que sólo le falta el ruido de la aguja de la gramola para dar la sensación de estar grabado en los años 40, como temas con percusión, base rítmica e instrumentos de viento sampleados como los de “I’m no good”.
Resumiendo, podría decir que, en general, “Back to black” es un disco de una altísima calidad musical interpretado por una cantante cuya voz podría pasar a la historia de las voces femeninas del siglo XXI. Sería una lástima que Amy Winehouse acabara siendo otro ejemplo más de artista joven que debido al consumo de drogas se convierte en un mito más que en una leyenda de la música como ocurriera con Janis Joplin, Syd Barrett o Jim Morrison. Habrá que esperar y ver cómo evoluciona la chica del peinado imposible y la raya del ojo hasta las orejas.
“Back to black” podría definirse como una colección de canciones de música negra de todos los estilos interpretadas por una cantante blanca. En él nos encontramos con temas funky, soul, jazz, reggae o hasta hip-hop, todo ello interpretado con una voz grave, profunda y virtuosa, más propia de las cantantes negras de antaño como Nina Simone que de una joven londinense de veinticuatro años de edad. Salvo algunas excepciones como el archiconocido y politonizado tema “Rehab”, la práctica totalidad de las canciones que componen el disco tienen un clarísimo aire decadente, melancólico y derrotista, del todo comprensible conociendo la perturbada vida de la artista.
Por lo que respecta a la producción, ésta tiene un toque entre antiguo y moderno que la hace verdaderamente original. Tan pronto podemos estar escuchando temas como “Me and Mr. Jones” al que sólo le falta el ruido de la aguja de la gramola para dar la sensación de estar grabado en los años 40, como temas con percusión, base rítmica e instrumentos de viento sampleados como los de “I’m no good”.
Resumiendo, podría decir que, en general, “Back to black” es un disco de una altísima calidad musical interpretado por una cantante cuya voz podría pasar a la historia de las voces femeninas del siglo XXI. Sería una lástima que Amy Winehouse acabara siendo otro ejemplo más de artista joven que debido al consumo de drogas se convierte en un mito más que en una leyenda de la música como ocurriera con Janis Joplin, Syd Barrett o Jim Morrison. Habrá que esperar y ver cómo evoluciona la chica del peinado imposible y la raya del ojo hasta las orejas.
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