Definitivamente lo de M-Clan es un caso perdido. De ser uno de los máximos exponentes del rock & roll español con un estilo más propio de las bandas del sur de los Estados Unidos que de un grupo murciano, M-Clan ha pasado a ser uno de los máximos exponentes del pop-rock comercial de radio fórmula y single barato carne de 40 Principales y Cadena 100. Es una pena pero desde la expulsión del guitarrista Santiago Campillo M-Clan no han levantado cabeza. Tras algunos años de sequía compositiva después de aquella basura llamada “Sopa fría”, Carlos Tarque y sus amigos vuelven con estas “Memorias de un espantapájaros” y yo vuelvo aquí para opinar sobre ellos.
En general el disco está compuesto por una serie de temas ligeritos y de fácil digestión, más cercanos a lo que nos tienen acostumbrados grupos como Amaral que a lo que nos tenían acostumbrados ellos mismos hace unos años. Tanto es así que hasta han introducido en algún tema sonidos de teclado electrónico para crear un efecto “espacio-sideral-modernuqui” de garrafón. Además, aunque Carlos Tarque nunca fue un magnífico letrista que digamos, en esta ocasión nos inunda con una colección de versos cursis, simplones y con un inexplicable abuso de la temática ecologista no se sabe muy bien a cuento de qué a estas alturas. ¿Le habrá afectado a él también toda la movida del calentamiento global?
La lástima es que musicalmente es un disco muy bien ejecutado porque, todo hay que decirlo, M-Clan son unos magníficos músicos, pero es que resulta inevitable comparar lo que son hoy con lo que fueron antaño y la verdad es que, si no fuera por la voz de Carlos Tarque y los fantásticos “slides” de guitarra de Carlos Raya (guitarrista y productor de los nuevos Fitipaldis también), en la actualidad M-Clan no tienen ni pizca de credibilidad musical. Otro caso de talentos desaprovechados para el rock & roll.
El próximo mes de Julio espero tener la ocasión de verlos taloneando a Ben Harper. A ver si al menos encima de un escenario son capaces de transmitirme algo aparte de vergüenza ajena.
En general el disco está compuesto por una serie de temas ligeritos y de fácil digestión, más cercanos a lo que nos tienen acostumbrados grupos como Amaral que a lo que nos tenían acostumbrados ellos mismos hace unos años. Tanto es así que hasta han introducido en algún tema sonidos de teclado electrónico para crear un efecto “espacio-sideral-modernuqui” de garrafón. Además, aunque Carlos Tarque nunca fue un magnífico letrista que digamos, en esta ocasión nos inunda con una colección de versos cursis, simplones y con un inexplicable abuso de la temática ecologista no se sabe muy bien a cuento de qué a estas alturas. ¿Le habrá afectado a él también toda la movida del calentamiento global?
La lástima es que musicalmente es un disco muy bien ejecutado porque, todo hay que decirlo, M-Clan son unos magníficos músicos, pero es que resulta inevitable comparar lo que son hoy con lo que fueron antaño y la verdad es que, si no fuera por la voz de Carlos Tarque y los fantásticos “slides” de guitarra de Carlos Raya (guitarrista y productor de los nuevos Fitipaldis también), en la actualidad M-Clan no tienen ni pizca de credibilidad musical. Otro caso de talentos desaprovechados para el rock & roll.
El próximo mes de Julio espero tener la ocasión de verlos taloneando a Ben Harper. A ver si al menos encima de un escenario son capaces de transmitirme algo aparte de vergüenza ajena.
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